lunes, 21 de mayo de 2012

Fetichismos: se necesita coraje para ser uno mismo

Estaba viendo de nuevo el video del chico fetichista de los globos, y sólo viendo la evolución de la expresión de su cara a lo largo del reportaje se me plantean un montón de cuestiones, sobre la sexualidad humana, sobre la hipocresía social, sobre la salud emocional, sobre lo aceptable y lo inaceptable, sobre las emociones, los subidones, la adrenalina y el placer, y he llegado a una conclusión: que se necesita mucho coraje para comprender y aceptar que se es fetichista.

 1. Unas notas sobre la sexualidad humana: conceptos.

La OMS define la sexualidad como: "Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales."

La sexualidad es, por tanto, mucho más que sexo, mucho más que genitales, mucho más que genética, y por lo tanto mucho más difícil de poner debajo del foco para cuestionarnos si es o no aceptable en sus formas de expresarse. Acordamos que hay formas de sexualidad que por implicar a inocentes, o por no existir un consentimiento entre personas adultas, no son aceptables (pedofilia, zoofilia, abuso sexual a cualquier edad) pero a partir de ahí, la variedad de estímulos que pueden provocar excitación es tan grande como grande es este mundo.

 2. Descubrir la propia sexualidad

La sexualidad se descubre a una edad muy temprana, desde el momento en el que empezamos a ser conscientes de determinados estímulos que recibimos del exterior y de los efectos placenteros que nos producen. No voy a exponer aquí ninguna de las teorías psicológicas sobre el desarrollo sexual, sus fases, etc, simplemente quiero apuntar que en su inicio, en su despertar, la sexualidad es un asunto privado, individual, de uno mismo frente al mundo, sin que necesariamente tengan que intervenir otras personas.

 3. Un secreto

El problema empieza cuando, al relacionarnos con otras personas, descubrimos que eso que nos resulta tan placentero a nosotros, para los demás no lo es, y que incluso produce rechazo. Y entonces es cuando decidimos guardar nuestro secreto, preservar nuestra sexualidad de miradas indiscretas por temor a ser rechazados por las personas que nos importan. No podemos despreciar la influencia que supone la aceptación social, y la presión que eso supone que nos lleva a intentar olvidar, descartar, apartar de nosotros esos estímulos que nos provocan reacciones indeseables, viviendo durante bastante tiempo en el placer culpable. No es fácil ser diferente, no es fácil exponer nuestra intimidad al juicio de los demás, y al final ese secreto puede llevarnos al auto-rechazo, a creer que de verdad somos unos enfermos sexuales, y sobretodo, que no tenemos expiación posible... y es que esa reacción no desaparece por más que intentamos guardarla en el armario.

4. Arriesgarse a ser ¿soy un ser depravado, un enfermo?

En algún momento se produce la conciencia de lo inevitable: somos así, nos guste o no. Por más que nos ocultemos, por más que nos sintamos culpables, el placer que encontramos al dejarnos llevar por la excitación de esos estímulos es algo que nos hace sentir bien... al menos durante el tiempo en que no nos preocupamos de lo que puedan pensar los demás. Hay una parte de nosotros que se niega a aceptar que algo que nos hace sentir tan bien sea algo malo, y hay que agradecer a la aparición de internet el que se pueda buscar información acerca de aquello que nos apasiona, y llegamos a la conclusión de que no estamos solos, de que hay otras personas que disfrutan con las mismas cosas que nosotros y eso, por primera vez, nos produce una gran sensación de alivio: no somos unos bichos raros y enfermos, porque no puede ser que tanta gente esté enferma de lo mismo ¿verdad? Y los demás parecen tan normales...

Superar la culpa y la mortificación requiere de valor, del valor de aceptarse tal como se es... pero esto no es suficiente, porque ahora ya sabemos que no somos abominables, pero ¿lo saben los demás?

5. Arriesgarse a compartir, enfrentarse a la sociedad 

Y aquí empieza el difícil camino de decidir si lo contamos o no lo contamos, y a quien se lo contamos. Empezamos con lo fácil: los chats, los foros, las webs, que nos permiten mantener el anonimato y empezar a comentar, interactuar con otras personas que sienten lo mismo que nosotros. Por más extraño que sea el estímulo que nos excita, encontramos en nuestros camaradas esa aceptación, esa normalidad que tanto necesitamos. Poder hablar de lo que nos gusta en todas sus variantes sin ser juzgado como anormal es algo que nos conforta. 

Esto nos motiva a seguir explorando, a vivir esa sexualidad con plenitud, y en la intimidad de nuestro dormitorio somos felices al disfrutar de ello sin recriminarnos nada. Pero desgraciadamente puede ser que nuestra sexualidad requiera de la intervención de otra persona, y aquí la cosa se complica... ¿nos atrevemos a mostrarnos cara a cara a otra persona y compartir aquello que nos excita? ¿me aceptará? ¿me aceptaré en esa situación, me sentiré extraño, absurdo, repudiado? 

Se requiere de mucho coraje par dar este paso, para abrirse a otras personas incluso sabiendo que comparten nuestro interés o nuestra sexualidad, y eso es porque no se trata simplemente de sexo, la sexualidad con otra persona implica relación, interacción emocional, es mostrarnos vulnerables en la situación en la que más daño nos pueden hacer.

6. ¿Sexualidad solitaria o compartida? 

Aquí es cuando se produce la decisión. Incluso en el caso de fetichismos o estímulos claramente individuales (como es el caso de determinados objetos), sentimos la necesidad de interactuar socialmente, de recibir esa aceptación, esa complicidad, incluso de desarrollar nuestra sexualidad más allá de lo que conocíamos. Pero esa misma necesidad puede resultar aterradora, y llegar a decidir vivir en solitario nuestra sexualidad.

Esto no es necesariamente algo perjudicial. Cuando leo que lo peligroso es llegar al punto en que no sientas excitación sexual fuera de tu fetiche, o que incluso no necesites a nadie más para disfrutar de tu sexualidad, me pregunto ¿y qué más da?¿por qué si la sexualidad es algo inherente, individual, privado e íntimo la persona no puede decidir vivirla en la esfera de lo personal, sin implicar a nadie más? 

Parece que haya una especie de norma no escrita en la que todo el mundo tiene que encontrar a alguien (del mismo sexo o de otro), con quien compartir su sexualidad, sus emociones, sus pensamientos, pero a mi me parece del todo posible tener un buen equilibrio interior sin tener compañeros sexuales. La sexualidad es suficientemente amplia como para admitir todo tipo de interacciones, incluída la falta de personas, y eso no implica que la persona no pueda sentir afectividad, compartir emociones, exponer sus opiniones, tener sueños, ilusiones, y sentirse pleno y satisfecho. Igual que la soltería, el celibato, y otras opciones son respetables, vivir un fetiche en solitario también lo es.

Lo que sí me parece limitante en este caso es tomar esta decisión por miedo, por temor a los demás, a las situaciones compartidas. No es fácil encontrar a alguien compatible, no solo a nivel sexual, y entiendo que después de varias ocasiones de intentarlo, de varias decepciones, uno decida seguir su camino en solitario... pero esto no es miedo, miedo es cuando ni siquiera nos atrevemos a intentarlo.

7. Una purita cuestión de autoestima y de confianza

Volvemos a las definiciones: 

"La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción evaluativa de sí mismo.

La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por lo tanto, puede afectar a nuestra manera de estar y actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.

La necesidad de aprecio, se divide en dos aspectos, el aprecio que se tiene uno mismo (amor propio, confianza, pericia, suficiencia, etc.), y el respeto y estimación que se recibe de otras personas (reconocimiento, aceptación, etc.)."


Desde mi punto de vista, nuestra autoestima crece cuando aprendemos a aceptarnos, cuando no nos juzgamos por ser como somos, cuando somos capaces de ponernos delante de otra persona y decirle "así soy", cuando nos damos cuenta de que todo ese miedo que teníamos a contar nuestro secreto en muchos casos era infundado (no digo que haya que salir a la calle a gritarlo, sino que hay personas de nuestro entorno cercano que nos aceptarán, incluso aunque no entiendan nuestra sexualidad), cuando nos atrevemos a compartir nuestra sexualidad con otra persona (puede salir mejor o peor, no hay garantías, pero la sensación de liberación es impagable), cuando nos atrevemos a vivir nuestra sexualidad a nuestra manera, sin miedos que nos limiten. 

De aquí pueden surgir todas las opciones personales: vivirla en privado, en público, en singular o en plural, en amateur o en profesional, pero con honestidad, con confianza en que, sea cual sea nuestra sexualidad, nuestro valor como personas no se deriva directamente de ello, sino de como lo vivamos.

Y es que la sexualidad no es algo que uno practica, es algo que uno es.


4 comentarios:

  1. la ultima frase me encanta y la comparto al 100%

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    1. Esa última frase creo que lo dice todo ;). Gracias por pasarte!!

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  2. que bello artículo, me parece genial que concentremos energías en hablar sobre ella, se tiene tan subestimado el tema y en verdad, es un aspecto muy importante de la vida de cualquiera y cuando uno acepta todo lo bueno que trae la sexualidad a nuestras vidas, es cuando aprendemos hacer más humanos, no hay que ser un secreto oscuro, tendría que ser una luz y energía que se podría canalizar hacía los demás.. un beso Zoé

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    1. Es mucho más importante de lo que creemos, ya que la energía sexual está directamente relacionada con la energía de la creatividad, así que si intentamos reprimirla, o la condenamos, estamos también disminuyendo todo nuestro potencial personal. Por eso las personas felices y satisfechas parece que lo tengan todo de cara... es para pensarlo ¿verdad? Y que conste que no estoy hablando de encontrar a alguien especial, esa es otra historia que puede ser paralela a la sexualidad, pero es otra historia.

      Me ha gustado lo que has dicho: "tendría que ser una luz y energía que se podría canalizar hacia los demás" :) :)

      Besos!!

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