martes, 29 de mayo de 2012

Escenas de Dominación/sumisión.... o no...

Miguel y Laura

"Miguel conoció a Laura en un bar, una noche en la que había salido de copas con los amigos, y por la mirada que ella le dirigió cuando se cruzaron en el pasillo de los baños supo que podría haber encontrado a la mujer que estaba buscando desde hacía mucho tiempo, esa mujer que supiera comprenderle y aceptarle. Estuvo toda la noche rondándola, sonriendo cada vez que ella disimuladamente le miraba, y hacia el final de la noche la invitó a una copa en uno de los pequeños reservados del fondo del local. Charlaron durante horas. Ella le pareció hermosa y delicada, extremadamente sensual, de una candidez y calidez que le exaltaban, hasta tal punto que, cuando la acompañó en coche hasta su casa y la vio desaparecer por el portal, tuvo que masturbarse allí mismo, en plena calle.

Ella le había dado su teléfono, y al día siguiente la llamó, muy temprano, asegurándose de despertarla y le dijo simplemente: "abre la puerta". Cuando oyó la exclamación de sorpresa de ella a través del aparato supo que había conseguido impresionarla con los siete ramos de rosas rojas que había depositado en el umbral de su casa. "Un ramo por cada hora que he pasado sin ti", le dijo, y a ella le tembló la voz cuando le dio las gracias entre risas nerviosas.

Ni un solo día se olvidaba de llamarla  cuando sabía que ella se levantaba, para desearle que tuviera un bonito día y asegurarle que ella llenaba cada minuto de sus pensamientos, y ella se lo agradecía con esa voz dulce y tierna que le volvía loco. A la semana siguiente la llevó a uno de los mejores restaurantes, le sostuvo la puerta del taxi para que ella bajara, le abrió la puerta, le apartó la silla, todo le parecía poco para ella. Viendo que ella no se decidía a elegir entre los exquisitos platos de la carta, escrita en francés como corresponde a un restaurante de postín, él eligió por ella: "verás como te gusta", y ella sonrió agradecida.

Durante la comida ella le contó sobre el problema que tenía en el trabajo, donde ganaba lo mínimo por hacer el trabajo de dos personas, con un jefe que le exigía estar hasta tarde sin pagarle horas extras, y él se indignó. "No puedes consentir que te trate así, me parece un canalla. Es más, no voy a dejar que nadie vuelva a tratarte así, Princesa". Así había empezado a llamarla, porque le parecía un ser delicado y de una clase indigna de vivir esa situación. "A partir de la semana que viene vendrás a trabajar conmigo, en mi despacho, yo te cuidaré como a una reina". Y esa noche ella le invitó a su casa, y a su lecho, y él le hizo el amor con dulzura y ternura, adorando cada centímetro de su cuerpo.

Ella era complaciente y obediente, y cumplía a la perfección cuantas tareas él le encargaba, y él siempre la recompensaba con una sonrisa y un "gracias, Princesa, no sé qué haría sin ti", y el rubor embellecía sus dulces mejillas. Así transcurrieron cuatro maravillosos meses. Él le enseñó el negocio, a como hacer las cosas para que fueran más eficientes, y estaba plenamente satisfecho de su aprendizaje de día, y de su entrega de noche, en la intimidad de su casa.

"Princesa, creo que estamos malgastando un dinero que podríamos aprovechar en llevar una vida mucho mejor, como la que tú te mereces, por eso he decidido que te vengas a vivir a mi casa, que es mucho mayor que la tuya y está más cerca del trabajo. Dime que sí y me harás el hombre más feliz del mundo". Ella no podía imaginar un honor mayor que el irse a vivir con aquel hombre que la adoraba y la hacía sentir como la más bonita y especial de las mujeres sobre el planeta. No lo dudó ni un instante y dejó el piso en alquiler, llevándose un par de maletas con ella. "No necesitas nada más, Princesa, yo te daré todo lo que necesites". Ella se instaló en su casa, ocupó parte del armario, y se acomodó en el lado derecho de la cama, tal como él prefería.

Desde que ella estaba en casa todo estaba impecable. Cada mañana se ocupaba de hacerle el desayuno, de hacer la cama, y de dejarlo todo limpio y recogido para cuando volvieran del trabajo. Él le colocaba una rosa roja en su almohada para recordarle cuanto la quería.

Una mañana ella eligió un conjunto primaveral de falda voladiza y blusa ceñida que le sentaban divinamente. Él la miró con la ceja levantada. "Princesa, hoy tenemos la reunión con el equipo de Benítez, y no me gustaría que te prestaran más atención a ti que al contrato que tenemos entre manos. Mejor ponte esta falda larga y este jersey, no te preocupes que aun no hace tanto calor como para que el cuello alto te moleste". Y ella lo hizo encantada porque entendió sus razones. A partir de aquel día él le elegía la ropa que ella iba a ponerse, según la ocasión o su estado de ánimo, para asegurarse de que siempre iba impecable, digna y hermosa, y ella le agradecía el gesto con un beso en la mano, gesto que había aprendido a apreciar desde que él le contara que era una señal de profundo respeto hacia él.

"Hoy vendrán a cenar Pedro y Josema, con sus mujeres, prepara unos entremeses de esos que te quedan tan buenos y de segundo un buen asado de carne, que estos son de ponerse las botas y seguro que sabrán apreciar esa carne tierna y jugosa que preparas", le dijo un día. Y ella se dio prisa en terminar el trabajo de la oficina cuanto antes, que se había duplicado desde que había decidido que era una tontería tener dos secretarias teniéndola a ella, que era perfectamente capaz de hacerlo todo ella sola. Y es que tenía una joya en casa y en el trabajo. Y cuando llegaron todos a casa ella les estaba esperando con la mesa puesta para la ocasión y el aroma del asado impregnando el ambiente. Mientras cenaban, Pedro se deshizo en halagos por la comida, la presentación de la mesa, lo bien atendida que estaba la casa y ella se ruborizó, orgullosa de dejarle en tan buen lugar ante sus amigos, que ahora también eran los suyos.

Ella estaba ya recogiendo los platos mientras él se despedía de sus amigos en la puerta, cuando al volver al comedor su cara se había vuelto sombría. "Princesa, esta noche me has decepcionado mucho, no me esperaba esto de ti". Ella se descompuso de desazón, lo último que quería era decepcionarle. "Necesitas aprender una lección o lo nuestro no funcionará, y es que no está bien que coquetees con mis amigos, y menos aún delante de mis narices". Ella no supo que responderle, no había sido su intención y si lo había hecho era de una manera inconsciente. "A eso me refiero, a que lo haces sin darte cuenta, y no es la primera vez, pero hasta ahora me he callado, pensando en que se corregiría con el tiempo, pero no ha sido así. Por eso he decidido ayudarte a que te des cuenta, y cada vez que lo hagas saldrás a la calle sin bragas, para que seas consciente de tu desvergüenza. Por lo pronto hoy vas a salir desnuda al balcón, para que sientas en tus carnes como te veía Pedro mientras le sonreías de esa manera y te contoneabas al servir la mesa." Y ella lo hizo, presa de la vergüenza, mirando a todos lados, rezando para que no llegara ningún vecino a aquellas horas de la noche. Y estuvo una hora en el balcón, esperando a que él la perdonara, y recapacitando en lo que había hecho. "¿Has tenido tiempo suficiente para pensar en ello?". Por supuesto, y tenía claro que él tenía razón y estaba muy arrepentida, y él la abrazó fuertemente y la llenó de besos, porque era lo más bonito y preciado de su vida, y esa noche la hizo gozar como nunca antes, y ella se durmió entre sus brazos agradecida por tenerle a su lado, por haber conocido a un hombre fuerte como él, seguro de si mismo, que le enseñaba como debía comportarse para ser la perfecta compañera."

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Ellos

"Faltaba un minuto. Cada día a las 7 en punto de la mañana la llamaba para despertarla. Él se despertaba antes y le preparaba el desayuno y se quedaba mirando el reloj de la cocina hasta que marcaba las siete en punto. Ella era muy exacta en sus horarios: a las 7 y cuarto estaba desayunando, a las 7 y cuarenta y cinco entraba en la ducha, y él la esperaba con la toalla en la mano, calentada sobre el radiador para que estuviera cálida y acogedora. A las 8 y cinco salía de casa, y entonces él empezaba su propia rutina, preparándose para ir a trabajar.

No había tenido demasiado problema en cambiar los turnos para poder entrar más tarde, y aún así llegaba a casa a tiempo de preparar las cosas para cuando ella llegara. A las 8 de la tarde aparecía ella en casa, en punto.

- ¿Qué has hecho hoy? - Él sacó su libretita donde anotaba todas las cosas que hacía durante el día y sus quehaceres, y ella escuchaba pacientemente. - Te demoraste demasiado en presentarle ese informe a tu jefe, eso puede perjudicarte. La próxima vez hazlo en menos tiempo, con menos datos que te hacen perder el tiempo, y más conclusiones. - Él la admiraba: su capacidad para mejorar las cosas, para saber qué era lo adecuado en cada momento. Él nunca había sido capaz de apreciar esos detalles, ni siquiera de darse cuenta de cuando los demás esperaban algo más de él, hasta que la conoció a ella.

Entró en su vida a través de una amiga común que se la presentó en una cena de fin de año, y él se quedó fascinado frente al poderío, por su presencia que no le era indiferente a nadie, y la adoró en secreto sin atreverse a decirle nada. Soñaba con ella, con servirla y atenderla, con mostrarle que ella era la mujer de sus sueños. Y así hubiera seguido si esa misma amiga no le hubiera propuesto asistir a una merienda familiar, donde volvieron a coincidir. Esa tarde fue la más maravillosa que había tenido en años. Cuando ella sacaba el cigarrillo se apresuraba a encenderlo, aguantando el cenicero en su mano, y se quedaba embobado viéndola fumar y sacudiendo la ceniza de esa manera tan sensual. Le sirvió agua, vino, todo lo que ella necesitara y, al terminar la noche ella le dijo: "vente mañana a mi casa, quiero conocerte mejor". Y esa noche él la pasó en vela, preocupado por la impresión que podría causarle estando a solas.

Ella le esperaba con un delantal en la mano cuando abrió la puerta. "Espero que sepas usar esto, la cocina te espera", le dijo con una media sonrisa, y él se apresuró a ponérselo y a limpiar la cocina como si le fuera la vida en ello. Tanto fue así que ella, sorprendida, le comentó "ostras, no sabía que los azulejos eran de color azul en realidad". Desde aquel día él la visitaba a menudo para limpiar su casa, lavar su ropa, tenderla, recogerla, incluso le hacía algunos recados. Todo le parecía poco para ella, incluso no le importó ayudarla a llegar a final de mes con la mitad de su sueldo, al fin y al cabo él gastaba muy poco, y su vida social se reducía a unos pocos amigos.

Cuando ella le pidió que se instalara en la habitación de los invitados para no tener que andar yendo y viniendo, y sobre todo para no tener que pagar el alquiler de dos pisos, él vio el cielo abierto: la tendría cerca todo el tiempo que no estuvieran trabajando. Anhelaba esos momentos en los que ella le dejaba acariciar sus pies y besarlos, y ahora podría también hacerlo antes de irse a dormir, y al levantarse. Eso le producía una inmensa emoción.

Poco a poco se fueron acomodando, y no le importó que los pocos amigos que tenía dejaran de llamarle, a ella no le parecía adecuado que pudiendo estar cuidándola saliera por ahí. "A saber qué serías capaz de hacer tú solo por ahí con esa pandilla de mangurrianes". Tenía razón, sus amigos eran un poco viva la virgen, y a veces le avergonzaban, pero estaba acostumbrado a ello, "es mejor que te quedes en casa y me limpies todos los zapatos ¿a que te gusta que estén relucientes cuando me los pongo?". Adoraba verla con aquellos exquisitos zapatos de tacón fino, los de charol especialmente, que le provocaban espasmos de excitación. Ella se compraba cada mes unos cuantos pares, y ropa, era muy coqueta y no le servía cualquier prenda. Y él acariciaba las prendas del armario cuando ella no le miraba.

Una noche apareció con un compañero de trabajo, Julián se llamaba, nunca lo olvidaría. Preparó cena para los tres. Julián se quedó hasta tarde tomándose unas copas y poniendo, entre los dos, verdes al resto de compañeros de su oficina, riéndose a carcajadas. De vez en cuando ella acariciaba la rodilla de Julián entre carcajada y carcajada y él la miraba con intensidad. Mientras, él se quedó toda la noche sentado en el sillón, observándoles. Ella estaba espléndida, y él... él le parecía un cretino. "Ven, no te quedes ahí pasmado, ofrécele un café a Julián. Ya verás, tiene mano de santo con estas cosas". Y se fué a la cocina entre risas de fondo, a preparar el dichoso café, en el que escupió antes de volver al salón. No se esperaba lo que vió. Ellos estaban besándose sin recato, y la mano de él se perdía por el escote de ella. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para que no se le cayera la taza al suelo, y temblando, la dejó en la mesilla. No sabía que hacer, así que se sentó de nuevo en el sillón, mirando. Ellos continuaron, y la mano de Julián se perdió bajo la falda de ella, y ella gimió como nunca. A él solo le había permitido escucharla desde la puerta de su dormitorio cuando ella se masturbaba por las noches.

Sintió que sus entrañas se revolvían, hubiera querido estar en el lugar de él, y para ello no le hubiera importado matarle. Estaba mancillándola!! Ella era perfecta, una Diosa, y ese gañan torpe la estaba toqueteando como si fuera una fulana. "Ven, acércate", incrédulo se acercó a ella, quien le indicó que se arrodillase. Él estaba desconcertado, y más cuando ella abrió las piernas. "¿Ves? estoy mojada, límpiame." Sus bragas estaban totalmente empapadas, y él se acercó más, indeciso, mostrándole la lengua en espera de su aprobación, y ella asintió. Cerró los ojos y se sumió en el cielo, viajó entre las nubes con su lengua, estaba tan excitado que se notaba también húmedo, y ella gemía más aún que antes, y él se sentía orgulloso. Estaba tan concentrado que para cuando se dió cuenta de que Julián le bajaba los pantalones ya era demasiado tarde, y en ese cielo dorado en el que estaba vió las estrellas cuando Julián le penetró. "No te pares ahora", dijo ella, y él no supo muy bien si se refería a él o a Julián, el caso es que con cada embestida de aquel zopenco ella gemía aún más fuerte, y pensó que si eso le servía a ella para sentir placer, que qué importaba que sintiera que le partían en dos.

Cuando Julián terminó, ella le mandó a la ducha, después de que limpiara con su lengua ese garrote vil que le había empalado minutos antes. "Buen chico, ahora lávate y ven a despedir a Julián". Él se demoró en la ducha, no tenía ganas de salir, no tenía ganas de recordar ni de pensar en lo que había sucedido. Cuando salió, Julián ya estaba en la puerta, y él le despidió con un leve gesto con la mano. Ella cerró la puerta y se giró, mirándole con una gran sonrisa. "No te preocupes, te irás acostumbrando y las siguientes veces será mejor", y él asintió porque esa sonrisa era su mayor recompensa."

*****

Me apuesto algo a que más de un@ se ha excitado al leer estas historias, aunque sea un poquito, pero... ¿soy la única a la que algo en las entrañas le dice que esto no está del todo bien?

Cuando el agasajo se convierte en obsesión.... es acoso.
Cuando el interés se transforma en control sobre lo que hace, dice o piensa la otra persona... es falta de confianza.
Cuando pretendes conocer a la otra persona mejor que ella misma.... es jactancia.
Cuando la apartas de su trabajo, de su familia, de su entorno.... es secuestro.
Cuando el amor se convierte en una jaula de oro.... es egoismo.
Cuando lo que hace el otro te molesta tanto que crees que merece un castigo.... es inmadurez.
Cuando crees que tus deseos están por encima de los de la otra persona y le obligan más allá de su propio deseo, solo para complacerte.... es soberbia.
Cuando quieres convencer a la otra persona de que lo más importante eres tú y lo que tu quieres... es manipulación.
Cuando lo que buscas es anular su forma de ser para convertirlo en lo que tú quieres que sea... es esclavitud.
Cuando sistemáticamente le recriminas no ser suficiente, para que vea lo poca cosa que es comparado contigo, y lo mucho que aun tiene que aprender de ti.... es maltrato.

No niego que habrá un pequeño porcentaje de personas a las que la humillación, el trato vejatorio, los insultos, y los desprecios les produce una excitación sexual intensa: son los fetichistas de la humillación, al igual que existen fetichistas del control, y fetichistas del servilismo, pero esto son porcentajes pequeños, igual que verdaderos masoquistas, de los que se les dispara el nivel de endorfinas con el dolor (que no es que lo procesen sino que no lo sienten como tal sino como placer) es escaso.

Y entremedias de los verdaderos fetichistas están los que intentan revivir tiempos pasados en los que la propiedad de otra persona era real y absoluta, en la que alguien aprendía a base de palos y castigos, a base de miedo, que es lo que no podía ser, y lo endulzamos en píldoras de placer y buenas palabras: eres lo más importante para mi, por eso tienes que hacer lo que yo te diga, siempre, sin discusión.

Si esto es Dominación/sumsión, entonces también me apeo de este barco, porque no hablamos de lo mismo.

Yo no concibo una relación en la que no se escuche a la otra persona, sus dudas, sus temores, en la que se le pregunte y se le consulte antes de hacer algo que pueda dañarle, aunque sea sin querer, que sea consciente del riesgo y lo acepte, pero no porque yo le diga que es algo que tiene que hacer para ser mejor persona o mejor sumis@, sino porque es algo que busca por si mism@, y yo le acompaño, me mantengo serena mientras él tiene la experiencia. Y si me equivoco lo reconozco, ¿qué es eso de que no importa si yo me equivoco, que eso entra dentro de lo esperado? No, yo no espero equivocarme, tomo precauciones, y si algo no va bien me duele más que a él, no me inhibo, estoy ahí.

Y leo contratos como los que corren por ahí en los que la parte sumisa se tiene que dejar hacer de todo, todo lo que al Amo/a se le ocurra, sin rechistar ni resistirse y le veo asomar los colmillos al lobo, ese lobo que en realidad solo busca una presa más de la que alimentarse, a la que poco le importa la persona que tiene enfrente, que busca su propia satisfacción y su propio placer.

No, no hablamos de lo mismo y quizá sea yo la que tenga que cambiar de categoría y quizá sea yo la que me he equivocado, y es que la sumisión no se consigue teniendo a alguien suplicándote por tener placer, persiguiéndote y dándote coba para que le dejes masturbarse al menos, eso no es sumisión, es necesidad. 

Y me indigna ver las cosas que leo por ahí que, sinceramente, espero que sean solo fantasías y baladronadas, porque cuando veo que en muchos casos esto no es más que un juego, sí, pero de ver quien se aprovecha de quien (y que conste que me refiero a todos los roles y papeles), pues estas cosas me indignan y me entristecen.... porque cuando veo en los ojos de mi niño, de mi sumi, esa ternura infinita, y esa comprensión, ese darlo todo, libre, convencido hasta la médula, por amor, o por lo que querais llamarlo, yo no puedo pedirle nada, no quiero que haga nada, solo que siga siendo como es... y que las lágrimas que derrame sean de felicidad.


11 comentarios:

  1. Creo que para sentir el placer de ser Dominante o sumiso según sea el caso, has de sentirte persona sobre todas las cosas, estar bien contigo mismo, ser capaz de decidir si te entregas o quieres que el otro se entregue a ti voluntariamente, de lo contrario algo falla. Aunque leyendo por la red y hablando con algunas personas en este mundo hay de todo y para el gusto de todos.

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    1. Tienes razón RosaSor, hace falta estar muy centrado para mantener este tipo de relaciones (porque lo son, aunque sea de 5 a 7, dos veces por semana), porque aunque haya muchas variantes (tantas como personas implicadas) y el respeto sea una de las bases para convivir unos con otros, para mi hay cosas que no son aceptables, igual que no lo son la zoofilia o la pedofília, y que lo practiquen unos cuantos (o unos muchos) no lo convierte en respetable.

      Gracias por tu opinión :)

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  2. Pues no quiero meterme mucho con los autores de estos relatos, porque parto del supuesto de que lo han escrito pensando que solo es fantasia, sin pretender inspirar a que nadie lo lleve a la realidad.

    Pero sin preteneder que se censuren si es verdad que tienen cierto peligro, y me explico porque.

    Si los relatos fueran sobre Cleopatra fustigando a sus esclavos o de Marco Antonio haciendo lo propio con los suyos, sería evidente que es solo una fantasia.

    El problema es que relatos que pueden tener algún viso de realismo, recreados en la actualidad, entre personas aparentemente normales ... ect, pueden dar lugar a que personas quieran recrear estas fantasias a pies juntillas.

    Y si, es verdad que hay ciertas cosas que señala usted Ama Alyna en este post, que llevados a la realidad tal y como se muestran en los textos, serían mantener una relacción perniciosa.

    y lo triste es que no son cosas tan descabelladas, ni siquiera en relacciones vainilla.

    Desafortunadamente aún hoy en día muchas personas toman decisiones importantes de la vida de otras personas por esas personas, sin consultarlas ni tomar en cuenta la opinión de dichas personas.

    Muchas personas aún tratan de separar de una forma más o menos sútil a la pareja de sus amigos y familiares , por poner dos ejemplos de actitudes patológicas que toman los protagonistas de estos relatos de ficción....

    Por eso cuando personas con sentido común como usted Ama Alyna, o machi{AmAly} advertis que no siempre hay que estar dispuestos a llevar la fantasia a la realidad, yo lo apoyo, porque no es ninguna observación trivial ni mucho menos....

    Además, no entiendo porque esa obsesión de hacer realidad todas nuestras fantasias a cualquier precio, si la más light de nuestras fantasias llevada a la realidad puede ser algo tremendamente excitante, por el simple hecho de que lo real siempre toma más fuerza e intensidad sólo por ser real.

    Y por otro lado algunas fantasias se descubren al pasar por el filtro de la praxis que no son tan placenteras como uno se las imaginaba...

    Muchas veces (la mayoría diría yo), lo que hace que lo que pretende ser erótico resulte excitante no es lo lejos que se vaya, o lo perverso o morborso que sea dicha actividad, sino que son otros factores como si estas relajado (sin estres), si estas bien de animo, si hay compenetración con tu partener, si tienes tiempo para dedicarle a tu pareja, la carga de sentimientos ... ect.

    Ama Alyna, machi{AmAly}, besos y abrazos muy fuertes :-).

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    1. Esos relatos son ficciones recreadas de lo que he leído en algunos blogs como historias reales, y es que a mi me ha parecido lo mismo que a ti, que cuando se hacen pasar como realidad (lo sean o no, y con todo mi respeto para las personas que lo vivan así de mútuo acuerdo), pueden dar a entender que todas las relaciones D/s tienen que ser así, y aunque bien es verdad que están escritas con la intención de que puedan tener más de una lectura, la que tiene de fondo es que puede existir el maltrato disfrazado con la piel de la D/s, y ese es el peligro.

      Y es que la fantasía es muy atractiva pero también engañosa, pongamos por ejemplo que a nadie se le ocurriría intentar saltar de un edificio a otro como Spiderman, o atravesar el muro de una estación de tren como Harry Potter, y el problema se encuentra cuando la fantasía se parece sospechosamente a la realidad, y se toma como tal.

      Las fantasías hay que recrearlas con precaución... que en la fantasía todos somos capaces de hacer el pino-puente... y sin manos...

      Muchas gracias por tu interesantísima aportación, el navegante :). Otro abrazo para ti

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  3. Ais, cuando me leo parece que estoy instando a la gente a que se atenacé por el miedo y no lo viva con ilusión y pasión. No creo que yo sea tan importante para influir mucho en los lectores (si es que alguien me lee detenidamente a parte de la encantadora dueña del blog y su igualmente encantadora pareja), pero por si acaso diré que ni mucho menos pretendo eso. Que cada persona lo viva con ilusión pasión y que cumplan todas las fantasias posibles.

    Lo que realmente quiero decir se resume con el lema del anuncio:

    "La potencia sin control no sirve de nada".

    (cambiese potencia por pasión).

    Muchas gracias por permitirme expresarme en este fantastico blog Ama Alyna, y por inspirarme.

    Besillos :-).

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    1. Bueno elnavegante, creo que hay una diferencia entre "miedo" y "precaución" que creo que es lo que intentamos transmitir, que dejarse llevar por la pasión, la lujuria, el deseo y la excitación está muy bien si mantenemos la cordura, que aunque en un momento dado se pierdan todos los sentidos, el norte, el sur y el resto de orientaciones, que nunca desaparezca del todo el sentido común.

      Gracias a ti por tus aportaciones que enriquecen y matizan lo que queremos expresar :).

      Besos!!

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  4. Hola Ama Alyna, me gustó su blog. Somos una pareja femdom que acabamos de estrenar un blog donde se intentará dar más énfasis a la dimensión psicológica de la Dominación Femenina. Le invito a darse una vuelta por él: http://esclavodebastet.blogspot.com.es/

    Aquí colgaremos, e.o. algunos recursos educativos Femdom. A partir de ahora seguiremos su blog.

    Gracias por Compartir.

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    1. sumiso Servus, gracias por seguir nuestro blog, aunque creo que cada vez trata menos sobre BDSM, Dominación Femenina o cualquier cosa similar, y más de nuestra propia visión sobre una relación "diferente", espero que aun así sirvan para algo nuestras reflexiones :).

      Mucha suerte en vuestra andadura, y es que tiene que haber opiniones de todo tipo, porque así es el ser humano.

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  5. Excelente espacio, ¡muchas gracias por mantenerlo! Me volveré asiduo visitante.
    Beso sus pies con devoción.
    Bruno

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    1. Muchas gracias Bruno :), nos alegra que te parezca interesante y sobre todo que te animes a dejar tus comentarios.

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  6. Nunca he entendido el placer a traves del dolor fisico, y aun menos, de la humillacion, siendo objeto pasivo o activo, me da igual. Confieso mi curiosidad por el mundo del bdsm, por estetica y por otras cosas. Pero , y es una opinion muy oersonal, yo lo concibo como un "juego" dentro de una relacion entre iguales.

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Se agradecen los comentarios