lunes, 3 de septiembre de 2012

Cb (chastity belt o cinturón de castidad)

Hace tiempo que no escribo nada en este blog. La causa no es que esté un poco cansado de cierto tipo de gente que navega por estos mundos del Bdsm, ni que no tuviera nada que decir, o que estuviéramos más en un periodo de vivencias en las que hay que dejar pasar un poco de tiempo para poder transmitir a los otros. La causa es que nos hemos ido a una isla desierta del pacífico sur y, claro, el wifi cogía un poco mal.

La idea de comprar un Cb fue mía. Alguna vez lo habíamos comentado porque la idea me atraía mucho. Hasta tal punto de pasarme las suficientes horas para conocer los diferentes modelos disponibles, con sus ventajas y desventajas. Luego la idea desaparecía por alguna semana pero, poco después, volvía a asaltar mi mente.

A mi Señora Alyna al principio la idea no Le hacía demasiada gracia. Casi ninguna. Supongo que a base de comentar la idea se fue persuadiendo poco a poco. Pero claro, la pregunta fundamental era el por qué, para qué queremos nosotros un aparatito de ese tipo. La pregunta en nuestro caso supongo que tiene más sentido porque yo, pese a que nos pasamos en ocasiones semanas sin vernos, no me toco desde que nos conocimos sin su permiso. ¿Para qué entonces un Cb?

La pregunta tenía, y supongo que tiene para muchos, dos respuestas.

La primera es sin duda de tipo físico o mecánico: la sensación de cuando se tiene una erección sentir el miembro aprisionado, o imposibilitar la erección completa. Y, efectivamente, se trata de una sensación particular. El modelo que compramos – una variante del Birdlocked – es de silicona blanda, que tiene un tacto agradable por dentro, que permite apretarlo y estrujarlo. Sensación... no sé muy bien que palabra utilizar... pero sin duda positiva.

Y después está la respuesta dos: la complicada. La cuento en dos partes: el antes y el después. Lo que me imaginaba y nos imaginábamos, y cómo se han dado las cosas después.

El antes

1.- Entrega: es como ponerle la guinda al pastel. Yo no es que no me toque porque mi Ama no quiere que lo haga. Es que no quiero hacerlo sin Su permiso. Me parece que la diferencia es notable. Pero, claro, desde ese punto de vista parecía como completamente innecesario. Sin embargo, yo intuía que podía dar un algo más, como hacerse más presente.

2.- Humillación: quien haya leído anteriormente este blog sabrá que nos llevamos un poco a puñetazos con la palabra. Pero claro, cuando el río suena agua lleva. Y del mismo modo que nos produce cierto rechazo también nos atrae, probablemente en la misma medida. La idea es que sentir el Cb debería tener un efecto en el que mi sexo – en ambos sentidos: órgano y vida sexual – se convierte casi en un estorbo, incluso para mí. Dejar de ser una parte de un mismo, y convertirse en algo menos. Aquí el sentido de privación, de impedimento, hacía su Agosto.

3.- El efecto doble A (de Ama Alyna): a decir verdad, en las semanas precedentes a la compra habíamos encontrado una especie de Cb casero. Muy, pero que muy rudimentario, pero que cumplía una cierta función. Y descubrimos que mi pene y mi sexualidad se convertían en irrelevantes. Algo de lo que mi Ama y yo mismo podíamos dejar de preocuparnos. Tan es así que lo que produjo es que mi Señora se encontrara más cómoda, haciendo mucho más presente Su lado dominante (¡Sí! ¡Sorpresa! ¡No se comporta como una super-Dómina 24 horas al día!). Mucho más despreocupada, más tranquila y satisfecha.

Es algo parecido a cuando ella coge uno de los gatos (flogger): al principio mucho cuidado porque al no estar caliente la piel se puede hacer bastante daño dando no demasiado fuerte. Pero cuando la cosa avanza, ella lo disfruta más pues puede entregarse en cuerpo y alma, y con menor preocupación, en lo que está haciendo. El Cb estaba consiguiendo un efecto parecido.

Y el después

Con eso de haberlo pedido a un vendedor en china y estar preocupado por cuanto tiempo tardaría en llegar, no me cortaba y miraba la página cada dos por tres. Ansiedad creo que es decir poco y, como tenía la excusa perfecta, lo miraba sin pudor. Y llegó. Y lo probamos. Y supongo que lo seguimos probando. A ratos: al principio lo lleve sólo alguna hora. Después pasamos a que lo llevaría casi un día entero. Y ahora estamos pensando en periodos más largo. Y yo sinceramente me muero porque me lo ponga. Supongo que algunos pensaran que me falta un jugador en el medio del campo, pero voy a tratar de explicar por qué, a lo mejor, la cosa es que estoy jugando con 12 :).

1.- Entrega: efectivamente ha sido la guinda del pastel. O a lo mejor habría que decir la cobertura de chocolate del pastel. Es como si ahora no quisiera correrme sin Su permiso: es que quiero hacerlo solo cuando me lo pida o me lo ordene mi Señora. Es la entrega de cualquier sensación de tipo erótico o sexual. Es como si esta barrera lo hiciera todo más puro. Es, en cierto sentido, como si La quisiera más intensamente.

2.- Humillación: yo no pido. Me cuesta. Rogar ya es casi un tabú. La mente humana es un misterio, y la mía uno grande: lo mismo que me imaginé miles de cosas, no me imaginé supongo que una de las más obvias. A saber: que mi Ama se divirtiera un montón conmigo, con mi cuerpo, haciéndome experimentar sensaciones que, con el Cb puesto, se elevan a la enésima potencia. Como el efecto doble A.

No estar un poco excitado... rogar, morirme, ver Su sonrisa tremendamente maliciosa disfrutar de mi estado. Excitarme solo con pensarlo o recordarlo. Imaginarme mi propia cara casi desencajada. Pero no es solo, ni principalmente, el sufrimiento que todo aquello podía producirme sino la sensación de ser su juguetito, pero con un grado de (¿)maldad(?) que pocas veces había visto en Sus ojos. Perdón por la comparación pero me sentí como las moscas con las que juegan los niños: no sólo a Su merced sino también siendo considerado como poco más que una diversión.

3.- El efecto doble A (a la enésima potencia): Sus ojos, Su sonrisa, Su forma de expresarse y hasta el propio tono de voz. Todo ha cambiado. No mi percepción de ellos, que seguro, sino que reconozco nuevas formas de expresarse y de dirigirse hacia mi. Sin ningún titubeo. Como si se hubiera acomodado en el Olimpo. Completamente despreocupada de mi: no que le dé igual lo que me pase pero poniendo de manera neta y clara Sus preferencias, dando por hecho que yo las satisfaría a la menor brevedad.

4.- Presencia: supongo que puede ser hasta inapropiado contarlo pero yo, de pequeño, me dormía con la mano en mi sexo muy frecuentemente. Para mi no es algo obsceno ni necesariamente sexual ni erótico tocarme el sexo. Bueno, eso en mi caso pero, más en general, actos como ir a orinar, ponerse unos pantalones, cruzar las piernas o sentarse con ellas abiertas, son actividades normales y cotidianas sin importancia... hasta que llevas un Cb. No es que sea incómodo, o no demasiado, aunque eso cambia dependiendo del modelo.

Pero el Cb, siempre ahí, siempre presente, te recuerda por qué haces lo que estás haciendo. Es parecido a esa dulce sensación que experimento cuando mi Ama me pone el collar, o cuando jugueteó con mi dedo en su anilla. Un escalofrío que recorre la espalda, que hace que desee intensamente estar entre sus brazos, entre sus piernas.

5.- El placer de dar placer: ¿qué pasa si el propio placer no se convierte en secundario sino que desaparece completamente de la escena? Pónganse el cinturón (o en este caso, el Cb) que despegamos. Como si la imaginación se disparara, todo se sintiera mucho más, y uno dedicara cuerpo y alma (literalmente) a dar placer al otro. Con una nueva dimensión o matiz.

Tres detalles y precauciones:

1.- Manchitas moradas: El Cb que compramos trae tres anillas, de diferentes tamaños. El grande no era el mío, y dudábamos entre el mediano y el pequeño. Probando con el pequeño, hice un poco de fuerza presionando el pene, no recuerdo bien si llevaba las uñas demasiado largar... pero el resultado fueron unas manchitas moradas. Es decir, unos moratones. Lo quitamos enseguida y en unos días las manchas desaparecieron.

No os asustéis demasiado si os pasa: se quita el Cb, cremita, y se mete en la cajita hasta la semana que viene. Eso sí, lo mío fueron pequeños puntitos, no un morado generalizado (en ese caso yo me iría de inmediato al médico). Y si la cosa no desaparece, al médico, claro. Pero no os asustéis, como hice yo, que pensaba que se me iba a gangrenar y caer al suelo como quien pierde una moneda.

2.- Colocar bien: parece una perogrullada, pero el Cb hay que colocarlo bien para que no haga daño. Y a veces no se consigue a la primera. Si no lo conseguís a la primera y comienza a haceros daño, se quita y se vuelve a poner. Y si no, se vuelve a guardar en la cajita. Que jugar mola mucho pero estos son juegos serios, que entrañan algo de peligro.

3.- Spanking: ojo... en el modelo que compramos nosotros los testículos quedan ligeramente aprisionados, y la sensación de un golpe ahí – fusta, látigo, o la mano – se multiplica. Habrá a quien le guste, pero no sé si sea una buena idea porque hay puntos que ya están bajo una cierta, aunque no muy grande, presión. Precaución...

machi{AmAly}

Pd: estoy deseando que me lo ponga otra vez.