Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir Bdsm

Hace algunos días hubo una entrada en este blog, escrita en un primer momento por mí y ampliamente comentada por mi Ama, en la que se relataba una experiencia. Una experiencia a lo mejor un poco fuerte: casi siempre hay algún comentario pero en aquella ocasión nada de nada. ¿Será que fuimos demasiado explícitos?

En cualquier caso, hay una cosa de aquella entrada y de aquella experiencia sobre la que me gustaría volver. Y es que, al menos entre buena parte de los más neófitos de este mundillo (como yo), se tiende sistemáticamente a asociar sexo y Bdsm. A mi me parece que el Bdsm no es sólo una práctica sexual o una manera diferente de montárselo, sino algo (o mucho más) que eso.

Y es que si durante una sesión (horrible palabro), la excitación sexual desaparece... el juego toma una nueva dimensión. De hecho, ya no queda claro dónde empieza y termina la dichosa “sesión”. ¿Probaron alguna vez la sensación de seguir atados después del orgasmo? ¿Han despejado alguna vez la variable excitación de la ecuación?

Si el Bdsm no es únicamente una manera diferente de tener relaciones sexuales, entonces se abre un mundo poco conocido más allá de la excitación sexual. De hecho, cuando la variable sexual desaparece, la parte sumisa deja de esperar nada ni entra en un juego de intercambio en el que se hacen cosas a cambio, dicho con todas las letras, de favores sexuales. Y todo se convierte en algo más genuino y sincero, donde la parte sumisa no pretende ni exige nada, ni la parte dominante se siente obligada a nada.

A mi, particularmente, muchas de las prácticas asociadas al Bdsm no me producen ningún tipo de excitación sexual sino una sensación de relax total, de tranquilidad máxima, de recogimiento. Y otras, como sentirme atado y completamente inmovilizado, tienen un significado diferente con o sin excitación sexual de por medio. Por eso aquél día mi Ama decidió ordeñarme casi desde el principio.

Cuando la excitación sexual se encuentra por el medio, siento cada centímetro de cuerda acariciar mi cuerpo, las partes más expuestas, o que mi Ama ha querido resaltar, más sensibles, y me siento como un juguetito de mi Ama. La cosa me excita, y mucho, porque mi cuerpo se encuentra a su total disposición. Soy Su fuente de placer y diversión en la medida que ella desee. Y poder darLe placer es una de las cosas que más me llena y excita.

La cosa es un poco diferente cuando no hay excitación sexual. Sentirse atado e inmovilizado pone en un primer momento nervioso. Si uno sabe controlar esa inquietud, las cuerdas le obligan a uno a ponerse delante de sí mismo. Y preguntarse qué hace ahí. Aquí cada cuál tendrá su respuesta pero no creo que, si ha llegado a ese punto, esté sencillamente para desahogarse sexualmente. La imagen que se puede recibir de uno mismo puede no gustar, o incluso resultar casi insoportable. A mi particularmente me hace recordar lo vulnerable y delicado que soy. No por ser yo, sino en cuanto ser humano. Respiro, y me doy cuenta de que sentirme poseído por mi Ama me tranquiliza. Pero es precisamente ahí cuando más necesito un abrazo, una caricia o un beso de ella, de mi Ama Alyna.

machi{AmAly}

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Tenía pendiente una entrada en la que planteaba si el BDSM es realmente una sexualidad alternativa, en definitiva, si el BDSM sin sexualidad de por medio tenía algún sentido.

Hay quien opina que esa es la base del BDSM aunque haya muchas formas de entender sexualidad. Yo me hago una pregunta distinta a la que se hace machi{AmAly} y es: ¿porque lo llaman sexo cuando quieren decir placer?

El placer tiene muchas dimensiones, muchas más que el sexo y la excitación. Uno puede sentir placer simplemente por sentirse vivo, sin que ello le resulte excitante.

Cuando estoy con machi{AmAly} y jugamos, lo que yo siento es placer, el placer de tenerle en mis manos el placer de darle placer, el placer de saber que puedo hacer lo que me apetezca, de sentirme libre, respetada, comprendida, el placer de verme a través de sus ojos cuando me mira y me dice "Mi Ama" y es que lo que veo reflejado no pertenece a la esfera del BDSM, es algo mucho más profundo, y va ligado al viaje que él mismo hace cuando se deja ir.

Yo no voy donde va él, a ese rinconcito de paz interior, pero le acompaño, le espero, y hago mi propio viaje, uno en el que me planteo que me aporta a mi ser como soy y hacer lo que hago, y entonces me reflejo en mi propio espejo y veo mi mirada vivaracha y traviesa, mi sonrisa descarada y amplia, y mi poderío femenino, mi poder personal y no puedo evitar guiñarme un ojo y decirme a mi misma: "quien te ha visto y quien te ve".

Es un viaje conjunto aunque lleguemos a lugares distintos, pero ambos son complementarios. Y es un viaje al final de autodescubrimiento, uno que recomiendo a todo el mundo.

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