Como seres humanos clasificamos y organizamos la información que nos llega para establecer unos parámetros con los que poder elegir, y en el mundo del BDSM esa categorización es mucho más marcada. Ponemos etiquetas y evaluamos en función de esas etiquetas: sumiso, Dominante, masoca, sádico, fetichista, curioso, morboso, maduro, joven, casado, soltero, y un largo etcétera.
Una de esas etiquetas que más daño hace es la edad, tanto en un sentido como en otro. Puede parecer a priori que el ser joven implique una mente llena de pajaritos inundada por las hormonas, y que la edad comporte una visión mucho más calmada, coherente y estable. Pero la realidad es otra, y es que no es una cuestión de edad, sino de madurez, y la madurez no tiene edad.
Para ilustrar lo que quiero decir, os traigo dos escritos de dos personas que me parece que rebosan esa madurez, que han comprendido lo que hay verdaderamente detrás de las siglas BDSM, o por lo menos, de dos personas en las que yo confiaría si quisiera adentrarme en este mundillo. A los dos podeis encontrarles en
http://www.tubdsm.com
http://www.tubdsm.com
Berlín, 25 años, madrileño
"WIKISADO: un BDSM de diccionario
BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema convencional, empleándose a menudo bla bla bla bla zzZZzZZzzzZZzZz....
Uf qué pereza... más de lo mismo. La Wikipedia es una enorme fuente de información, mucha información, pero hay asuntos en esta vida que no es posible entenderlos tirando de una simple definición de diccionario, y el BDSM es uno de ellos. El BDSM es mucho más.
Lo primero de todo, el BDSM son estereotipos. Tópicos, como los hay en todos los sectores. Prototipos que la sociedad nos ha marcado a fuego y que rompemos cada vez que un chaval como nosotros descubre que esta comunidad no está integrada en su totalidad por señores violentos con gorro de cuero que se pegan entre sí, sacados de una bizarra y decadente porno ochentera. Estereotipos que se rompen al comprobar cómo ante nuestros ojos desfilan personas entre las que no existe un denominador común; ni edad, ni gustos, ni preferencias. No hay dos iguales. Y esa muestra social carente de prejuicios que son las miles de personas que viven y disfrutan abiertamente del BDSM, son los que nos ayudan a romper los nuestros propios.
El BDSM es tremendamente subjetivo, así como lo es cada persona que lo vive. Cada uno escribe su propia historia en base a lo que más le satisface, buscando una serie de sensaciones intensas y enormemente reconfortantes. Un conjunto de fases, algunas más gratificantes, otras más amargas y algunas realmente intensas, frenéticas, pero en cada una de ellas, además de permitir un conocimento personal e interior enorme, en todas y cada una de ellas se aprende. Y ese, es el eje sobre el que se asienta el BDSM, aprender. Todo se resume en aprender.
Entender el BDSM se basa en aprender una y otra vez, hasta llegar al punto en el que aprendes a descubrir que no hay ninguna sensación comparable a la de poseer a otro ser humano.
En mi caso, he aprendido que un perro fiel me aportaría mucho más que tratar de controlar a una extensa jauría de perros de mil dueños a los que ni miraría. He aprendido a ser paciente en la tarea de buscar a un chaval que realmente lleve dentro eso que yo busco, un chaval inexperto, un ejemplar virgen y puro dominado por el interés, husmeando por la red aquello que le haga entender qué se esconde tras unas siglas de las que ni su significado en ese momento conocerá. Una joya sin pulir que yo pudiera ir moldeando poco a poco, hasta hacer de él el perro noble, fiel y atento que sueño. Y así lo hice, comenzando una nueva etapa en la que cada paso que he dado y que doy es tremendamente reconfortante, aprendiendo una y otra vez de lo que son las lecciones naturales que todos los que vivimos esto, antes o después, acabamos aprendiendo.
Aprendí que una mano puede encadenar a una persona, pero no puede esclavizar un alma. Aprendí que un grito puede condicionar a un sujeto, pero nunca puede someter a una mente a la reflexión. Aprendí que un castigo puede lastimar un cuerpo, puede someter un cuerpo, puede hacerle brotar cientos de lágrimas agitado por el dolor, pero ningún castigo provocará un arrepentimiento en un alma que no te pertenece. Y así como el tiempo nos hace progresar en nuestras expectativas, yo comprendí que de nada me sirve ostentar un cuerpo del que no pudiera poseer su alma. Y fue en ese momento cuando aprendí lo elemental de los valores. Lo esencial, como integrante de la parte dominante dentro de una relación D/s, de un sólido conjunto de valores lógicos, humanos e inflexibles. Comprendí que nadie puede adueñarse de un alma, sino que es ésta la que se encadena firmemente al que reconoce como su dueño.
Sacié la desmedida sed de mi persona por leer ingentes cantidades de textos y páginas web, tratando de identificar aquellos valores con los que confusamente comenzaba a identificarme. Aprendí que nada tienen en común el regalo gratuíto y la merecida recompensa, aprendí la enorme diferencia que hay entre follarte a tu novio y montar a tu perro, y en definitiva, aprendí una serie de planteamientos y valores, muchos, y prácticamente todos ellos contrarios y excluídos de lo que generalmente es aceptado como una relación estable y consolidada. Continué aprendido, y tras aprender a enseñar así se lo enseñé a mi perro. Armado de paciencia, le hice aprender a valorar cada hecho, cada momento, le hice entender lo que yo esperaba recibir de él y le permití conocer lo que a cambio recibiría. Le hice olvidar mucho de lo aprendido hasta entonces, muchos valores socialmente aprobados en lo que suele entenderse como 'lo moralmente aceptable', algo que me suena peligrosamente a que esa es la única moral a la que todos debemos amoldarnos. Y fue ahí, cuando desaprendiendo todo lo inculcado hasta entonces, comprendió el enorme valor oculto de cada detalle. Aprendió a valorar cada minúsculo fragmento de su vida inmersa en una relación D/s, conociéndose a sí mismo de una forma hasta entonces desconocida, y descubriendo un bienestar interior que nunca antes sintió; el bienestar del que encuentra su lugar en la vida volcándose, sacrificándose a un semejante. A su dueño.
Aprendí a rechazar la gratuidad, aprendí a rechazar el conformismo. Aprendí a dotar de un valor que antes ignoraba a situaciones hasta entonces inmersas en la monotoneidad, descubriendo así la trascendencia del simbolismo. La trascendencia de una simbología latente en muchos detalles del día a día que por desgracia demasiada gente desvirtúa y menosprecia, contribuyendo a una devaluación que yo personalmente no compartiré nunca. Sensaciones como la de penetrar a mi perro, escenas como la de observar su silueta, su imagen de rodillas frente a mí, situaciones como la de verle dormir entre mis piernas perdieron toda gratuidad, pasando a provocarme sensaciones tan dulces como lo son el proteccionismo, el orgullo, o una mayúscula excitación. Una constante excitación más allá de lo puramente sexual, y a un nivel que sin duda superaba lo que yo antes había experimentado. Una excitación hiperactiva y continua, fruto del juego con el que yo me creí con derecho a controlar... con el tiempo ya no quise dejar de jugar.
Aprendí que el sabor de aplicar un castigo es más amargo de lo que en un principio fantaseé. Descubrí la responsabilidad del que acepta consecuentemente ostentar la vida de otra persona, comprometiéndome conmigo mismo a que mientras esté a mi lado, jamás le faltará a mi perro un plato de comida ni un techo bajo el que dormir. Identifiqué lo que son las responsabilidades del que posee la vida de otro ser humano, invisibles para cualquiera hasta que se encuentra en la tesitura en la que otro semejante le manifiesta la muestra más pura de confianza y sumisión, que no es otra que una humilde pero firme cesión de su vida. Comprobé que este es un juego en el que puedes elevarte con una persona hasta el cielo, o en el que puedes intoxicarla profundamente, convirtiéndola en un trapo inerte carente de toda vida... y es que hay juegos en los que el desconocimiento es el fuego con el que siempre nos han dicho que no juguemos.
En el fondo, seguramente sólo seamos dos chavales que se aman, y que aceptaron vivir la vida de una forma rotundamente incomprensible para la mayoría de la sociedad. Sea como fuere, tuvimos la suerte de conocer lo que hay más allá de una definición de libro o de un "21 días haciendo de Amo", pudiendo aprender, entender y vivir cientos de sensaciones que no creo poder llegar a transmitir, puesto que la mayoría de ellas, en la intensidad en las que se viven, son indescriptibles.
Y así, cada nuevo chaval, cada nueva persona que da el paso y decide conocer qué es lo que hay realmente detrás de algo que irradia un poder de atracción tan intenso como es el BDSM, cada nuevo cachorro que decide entrar en este mundo, curioso por explorar y entender aquello que intuye que hay más allá de lo que erróneamente se suele equiparar con simple sadomasoquismo, cada uno es sin duda un tesoro. Una joyita. Y los que vivimos esto somos los que debemos mostrar lo que hay realmente detrás, porque todos ellos, todos esos cachorros que hoy nos dicen "no sé muy bien lo que busco", son los que el día de mañana nos dirán que no hay ninguna sensación, como la de pertenecer a otro ser humano."
Hay un demonio en mi interior que me tienta cada día.
Estoy interesado en explorar y bordear los límites de la D/s en un ambiente divertido y seguro.
Soy honesto, discreto y respetuoso de los deseos y límites de mi pareja.
También creo que la risa es un lubricante que nos hace la vida más fácil. Siempre estoy de buen humor, aunque junto a mi eterna sonrisa hay un amo duro y amante de la disciplina, de las formas, los detales y el protocolo.
¿Cuanta dureza, cuanta disciplina, cuanto protocolo, cuanto castigo?
Pues depende, depende de ti... de si has sido adiestrada, de si has tenido Amo o Tutor... o de si comenzamos de cero. Todas las opciones son deliciosas.
Yo soy Activo, dominante, muy creativo y siempre con ganas de acción.
Me gusta todo, unas veces sexo/juegos/prácticas/castigos/humillaciónes muy cañeros y salvaje, otras sexo/juegos/prácticas/castigos/humillaciónes mas sutiles no tan salvajes pero siempre excitantes, o de tinte psicologico
No descarto el sexo convencional.
No tengo pareja ni compromiso, culto, educado, curioso, alegre, positivo y muy liberal.
Busco una relación seria con una sola mujer. Una relación seria y todo lo estable que nuestras mentes puedan dar de si.
No busco como tal ser un amo (Bueno, Si que coño digo...), mi intención es establecer una relación, recibir y dar placer, con usos y formas no convencionales. Pero la idea es recibir y dar placer, en el cuerpo, en los sentidos, en tu mente.
En principio mis gustos y deseos, aunque van cambiando y creciendo...
Y adaptarlos a los tuyos.
Si sado
No mentiras
No irresponsables
No trastornadas (por favor, solo gente sana y normal)
Si bondage
Sí fetiches
Si disciplina
Si humillación, verbal, física, mental...
Si firmeza
Si cariño
Si apoyo
Si confianza mutua
Si al sexo convencional
Si al las cuerdas, cadenas, esposas, straps, corbatas, pañuelos...
Si fantasías: planearlas, imaginarlas, realizarlas.
Sí erotismo
Sí al sexo, Sí al sexo y Sí al sexo... soy muy activo.
No me obligues a elegir entre respirar y el sexo.
Lo que busco
Sigo buscando... buscando mujer, buscando sumisa, buscando entrega, buscando amor, buscando compromiso, buscando un sueño... Sigo buscando..
Busco gente con la que poder compartir juegos, charlas y asistir a diversos eventos y talleres del mundo BDSM en Madrid.
Y sobre todo...
Te estoy buscando sumisa!!!
Busco una mujer sumisa, para una relación sentimental, no sentimental, estable, inestable o hecha de papel maché.
Me da igual el formato.
Marcada por el deseo, la entrega y la dominación, con el BDSM como marco.
Rectifico mi anterior versión, sí busco la dulce utopía del 24/7, pero ante la carencias de sumisas. Cada gota de sumisión en el formato que venga es oro líquido.
Necesito una pareja de sexo, juegos, placer, castigo y sesiones, sesiones puntuales, periódicas, continuas o de por vida.
Necesito acercarme a mis propios límites y al erotismo de poseer más allá de lo corriente.
Necesito poder hacer esto, dentro de la seguridad de una relación, una relación fuerte, con una sumisa a la que amar y cuidar.
Una sumisa de verdad a la que dominar, a la que controlar pero también hacer sentir amada, acariciada, respetada y valorada, pues cualquier mujer tiene necesidad de ello y ser sumisa no la hace menos mujer.
También me interesa una mujer con curiosidad por el BDSM, para ser iniciada. Una mujer con ganas de probar algo nuevo, nuevas sensaciones y nuevos horizontes.
Pero has de estar agusto y convencida de tu rol de sumisa.
Me encanta planear y cumplir fantasías, probar nuevas sensaciones.
No encuentro a mi sumisa...
¿Serás tú???
Necesito una pareja de sexo, juegos, placer, castigo y sesiones, sesiones puntuales, periódicas, continuas o de por vida.
Necesito acercarme a mis propios límites y al erotismo de poseer más allá de lo corriente.
Necesito poder hacer esto, dentro de la seguridad de una relación, una relación fuerte, con una sumisa a la que amar y cuidar.
Una sumisa de verdad a la que dominar, a la que controlar pero también hacer sentir amada, acariciada, respetada y valorada, pues cualquier mujer tiene necesidad de ello y ser sumisa no la hace menos mujer.
También me interesa una mujer con curiosidad por el BDSM, para ser iniciada. Una mujer con ganas de probar algo nuevo, nuevas sensaciones y nuevos horizontes.
Pero has de estar agusto y convencida de tu rol de sumisa.
Me encanta planear y cumplir fantasías, probar nuevas sensaciones.
No encuentro a mi sumisa...
¿Serás tú???
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Vaya!!!
ResponderEliminarParece que no está todo perdido, no señor.
Enhorabuena a los premiados y los que lo serán.
Un Saludo
Así es, no hay nada perdido ni acabado hasta que sale el Fin al final. Hay muchas personas válidas, y algunas de ellas se dedican a escribir blogs para contarnos su experiencia ;). Enhorabuena a ti también por reflexionar sobre lo que ves, lo que vives y lo que lees, y por compartirlo.
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