Comentaba no hace mucho que a mi parecer la mayor actividad que se realiza en el mundo bedesemero es precisamente comentar y opinar, bien porque no tenemos ocasión de practicar, o bien porque procedemos de una tierra donde uno trabaja y diez opinan. Es esta misma tónica no he querido ser menos, y a la vista de un artículo de Tribuno publicado en FlechazosBDSM, titulado "Cómo reconocer a una buena dómina" (con minúscula en el original y que transcribo aquí tal cual está publicado), me he decidido a intervenir con mi opinión, y con un posterior comentario que añadiré al final.
"Cómo reconocer a una buena dómina", por Tribuno
¿Qué se entiende por ser un buen Dominante? Es una cuestión compleja y que admitiría muchas respuestas; yo os voy a exponer simplemente mi visión particular de este tema.
Siendo yo switch y heterosexual y habiendo tenido en mi pasado experiencias con Amas, como sumiso, los párrafos siguientes los personalizo en el contraste que yo he hecho de las relaciones sumisos-Amas sin que ésto excluya razonamientos parecidos respecto a otras relaciones tal como la inversa (sumisas-Amos) o entre Doms y subs del mismo sexo.
Desde esa perspectiva sumisos-Amas, me atrevo a plantear unos requisitos que yo exigiría (mentalmente, claro) a toda aquella Dama que se presentase como supuesta ‘Dominante’, como paso previo a identificar en ella tales requisitos a través de sus indicadores de comportamiento:
Para mí, un buen Ama es aquella que:
- Posee una estabilidad psíquica a prueba de ‘tsunamis’ mentales de forma que su talante no se altere por nimiedades ni que le aparezcan complejos mentales de tipo alguno. Ésta es la cualidad fundamental en un Ama pues todo complejo mental no deja de ser una herida psíquica que acaba sangrando y haciendo sufrir a quienes la rodean al imaginarse cosas que no son o al magnificar cosas que tal no merecen. Si esta cualidad no adorna la inteligencia del Ama, nada de lo que sigue funcionará.
- Tiene la capacidad de influir de forma dominante en las personas del mundo BDSM que la rodean y tales capacidades dominantes se le notan de forma evidente. En definitiva, que despida autoridad.
- Es capaz de proyectar esas cualidades sobre todos aquellos que entran en el mundo BDSM desde una perspectiva de sumisión y, en particular y de manera directa, sobre aquellos sumisos que ella ha elegido.
- Cuando decide proyectar su talento dominador o ‘poder’ sobre alguien, lo hace sola y exclusivamente por placer.
- Disfruta en gran medida con sus acciones de proyección de poder.
- Diseña una metodología educativa hacia su sumiso que sea progresiva en el tiempo y que le garantice que las enseñanzas aprendidas por este sumiso se sumen, se integren, perduren y actúen acumulativamente sobre la mente y el cuerpo del sumiso, educándole para el mañana. Dominar es el placer de hoy, educar es el placer del mañana.
- Jamás busca hacer (ni hace) ningún tipo de daño serio a las personas que ella somete ni a terceras personas involucradas en el BDSM. En definitiva, debe ser responsable.
- Salvaguardando este último principio, es capaz, en la búsqueda su propio placer dominante, de romper, franquear y violar, con tanta valentía como buen juicio, algunas de las reglas prohibitivas o restrictivas procedentes del mundo vainilla, aportando a su vez buena dosis de perversión y de sadismo. Por ejemplo, torturar a alguien en el mundo real es un crimen, torturar un Ama a su sumiso es el derecho de ella y soportarlo es la obligación de él, ¿o no?.
- No confunde cualidades inherentes a la Dominación como la exigencia o la dureza hacia sus sometidos con deformaciones siempre indeseadas de la propia personalidad como es la mala educación, la descortesía, la tiranía o el despotismo.
- No confunde sus derechos de posesión sobre sus sumisos como tales sumisos, con sus ‘no derechos’ sobre sus sumisos como personas. En otros términos más claros: la nómina del sumiso o sus bienes o su familia o sus intereses no deberán ser jamás objeto de dominación alguna por parte del Ama. En definitiva, el Ama debe tener un sentimiento ético hacia todo lo que significa el BDSM.
- Entiende que el sumiso puede y debe entregarle su cuerpo y su mente pero no necesariamente su tiempo al 100% pues tal tiempo podría serle exigido también por la empresa en la que trabaja, por su familia (hijos, por ejemplo) o por otras servidumbres que la vida impone. En este punto, la inteligencia y tolerancia del Ama son fundamentales, debiendo conceder al sumiso cierta libertad de maniobra.
- Presente un mínimo buen aspecto físico.
Expuestos los requisitos deseables en todo Ama, paso a analizar cómo puede un sumiso detectar tales requisitos en el Ama a través de sus indicadores de comportamiento:
- En que su talante, su lenguaje, sus modales debieran ser autoritarios, francos, directos, un tanto agresivos, dialécticamente hablando, sin que esto último quiera decir que el Ama salte hacia el sumiso como una tigresa o que ella se ponga a gritarle a las primeras de cambio, sino más bien y sencillamente que sea ella quien lleve y conduzca el hilo de la conversación desde su firmeza, autoridad y serenidad; todo ello sin faltar jamás tal Ama a unas reglas mínimas de educación y cortesía pues, aunque algunos no lo entiendan, la Dominación y la grosería no deberían ir nunca de la mano. En este punto, recomiendo siempre como muy conveniente que el Ama exija el tratamiento de Vd desde el primer momento pues marca las distancias, señala el puesto de cada uno y educa al sumiso mucho antes de que una relación se inicie. El tratamiento de tú al Ama se presta al compadreo, rebaja la autoridad del Ama, podría crear una nebulosa mental en el sumiso y enviarle un mensaje equivocado. En definitiva, el sumiso debe notar que el Ama que le habla es un ser superior en el mundo BDSM.
- En las ideas que el Ama tiene sobre el BDSM. En esas ideas, el Ama debería mostrar tendencia a proyectar su poder al sumiso a través de su control mental, de su autoridad, su perversión, su sadismo, su fetichismo, su exigencia, su acusado sentido de posesión y un largo etc de otras cualidades cuya intensidad iría en función de los parámetros en que se mueven la vida y circunstancia de ambos. Este conjunto de cualidades del Ama debería apoyarse en una mínima base de cierta valentía y determinación en cuanto a cómo ejercer la Dominación. ¿Alguien puede imaginar un Ama que dude a la hora de dar un corte a un sumiso atrevido o que tiemble a la hora de coger una fusta?. Este posible comportamiento sería un indicador de que uno debe salir corriendo y alejarse de ella.
- En contrastar la capacidad dominante del Ama con su propia capacidad de sumisión y en ver la compatibilidad de ambas. Un Ama ‘light’ no podría controlar a un sumiso necesitado de ser explorado mental y físicamente intensamente y un sumiso que teme al dolor difícilmente soportaría el sadismo de un Ama dura e hija del Marqués de Sade. Uno y otro deben entender muy bien que esperar del contrario. Una observación: un sumiso que teme al dolor pero que tiene una gran vocación de servicio y obediencia es, en potencia, mil veces mejor que un sumiso masoquista que solo busca el dolor físico y desdeña la sumisión y la entrega. El primero será moldeable y educable, el segundo difícilmente lo será.
- Las circunstancias personales de ambos y las ideas que el Ama tiene sobre el mundo real que nos rodea más allá de una relación BDSM. ¿Residen en la misma ciudad?, ¿en ciudades distintas?, ¿es preciso que uno u otra se traslade para compartir experiencias?, ¿está dispuesta el Ama a respetar la vida familiar del sumiso?, ¿exige, en cambio, que el sumiso rompa con su vida y familia actual?, ¿le pide trasladarse de forma definitiva?, ¿busca una relación estable?, ¿busca solo una pura relación BDSM sin más?. El sumiso deberá analizar bien todas estas ideas y circunstancias para ver si encajan con las suyas y con lo que él puede ofrecer. Es mucho mejor ser francos y sinceros y terminar, por una u otra parte, con un ‘no’ a tiempo que deje un buen recuerdo de mutuo respeto que un falso ‘sí’ que acarree sufrimientos y rencores futuros.
- En el sentido de la responsabilidad del Ama, lo cual lleva algún tiempo averiguarlo y es por eso que expongo este punto después de los otros párrafos y no porque tenga menos prioridad. Éste es otro de los puntos más importantes para que el sumiso decida entregarse y que encaja en buena medida con lo que antes manifesté de la estabilidad psíquica del Ama. Expresado en otros términos, el sumiso debe sentirse seguro y solo se sentirá así si el Ama, independientemente de lo bien que conduzca las primeras conversaciones, es capaz de imbuir en la mente del sumiso la seguridad de que pase lo que pase, actúe como actúe ella, él, su sumiso, siempre estará seguro al 100% sencillamente porque ella es persona mentalmente sana y capaz de hacer aquello para lo que está capacitada cual es dominar.
- En el aspecto del Ama. Este punto, sin que yo pretenda desdeñarlo, es quizás el menos importante. No conozco sumiso a quien no guste ver a un Ama atractiva vestida de cuero y con una fusta en la mano pero no nos engañemos; lo que vale de un Ama es su talento dominador y no su atractivo (que siempre es deseable). Un Ama menos atractiva y sin cuero pero con garra dominadora que es capaz, con una mirada o una simple bofetada, de controlar a su sumiso es siempre mucho más deseable (para mí) que una modelo bellísima que solo tiene de Ama su aspecto y su traje de cuero. Será suficiente que el Ama tenga físicamente un aspecto mínimamente presentable pero eso sí, que sea un Ama de las de verdad y no un ‘Ama clon’.
Respecto a si se debe confiar más o menos en Internet o si es preferible un contacto personal entre Ama y sumiso, creo que hay que ser flexible. Todo funciona si hay sinceridad y buena fe por ambas partes independientemente del medio de contacto utilizado y nada funcionará si se da lo contrario. En mi caso, la mayor parte de las veces me dieron resultado unos primeros contactos y conversaciones por internet y después un primer y decisivo encuentro personal. Bien conducidos unos y otros, lo que sobreviene suele funcionar por añadidura.
Bueno, hasta aquí mi exposición. Sirvan estas líneas como campo de debate a todos los que deseéis aportar más ideas. No he pretendido sentar dogma alguno sobre este tema sino simplemente exponer un modesto ensayo sobre como creo yo que debería reflexionar un sumiso para poder identificar a un buen Ama antes de solicitar su favor.
Una aclaración, cuando aludo a los sumisos y a su perspectiva respecto a las Amas me refiero a aquellas personas que viven y practican la sumisión desde una posición de sinceridad, honestidad y coherencia y en absoluto pienso en aquellos otros que desprestigian la sumisión con su malhacer, con su caradura, con sus intenciones ocultas. Éstos últimos solo merecen rechazo y desprecio.
Espero que os haya gustado a todos y en particular a las Dóminas a quienes les expreso mi sentimiento de que nada de lo expuesto trata de ser pretencioso o irrespetuoso hacia ellas o hacia nadie.
Tribuno
Mi respuesta
Felicito a Tribuno por este extenso análisis, que intenta definir lo indefinible, pero es que los humanos somos así, necesitamos sistematizar para después poder reclamar cuando las cosas no son como esperábamos.
En mi opinión volvemos de nuevo al estereotipo de Ama, o más bien a la despersonalización de la Mujer. ¿Quién es capaz de mantener esa estabilidad psíquica a prueba de tsunamis? Evidentemente alguien que no tenga vida, porque para bien o para mal, la vida nos trae momentos difíciles a todos, sin excepción, inclusives las Amas. Ahora bien, no debemos confundir sentido común e inteligencia con tener hielo en las venas.
Igual que no hay que confundir autoridad con autoritarismo. Existen muchas formas de autoridad, que pueden provenir de la inteligencia, de los buenos actos, de la constancia y de la tenacidad, de la maestría, o del cariño. Hay muchas formas de hacerse obedecer, y no siempre se consigue mandando… a veces basta con convencer con el ejemplo.
Por otra parte, me parece aspirar a cátedra el esperar que la Ama tenga un máster en psicopedagogía como para ser capaz de preparar y prever ese magnífico plan de desarrollo del sumiso… sobretodo cuando la mayoría de sumisos ya vienen más que desarrollados como personas y el pretender seguir un camino marcado es sólo eso: pretender.
Me congratula leer los apartados en los que se reconoce la “humanidad” de los sumisos, que, como personas, tienen sus derechos, como el derecho a la vida privada, vida familiar, a ser independientes económicamente… me pregunto como encaja esa “humanidad” en la descripción que aquí se da de Ama. No hablemos de la variabilidad de aspectos físicos de las Amas, que parece que han de cumplir con unos mínimos para ser consideradas como tales… como la estatura mínima para entrar en algunos cuerpos de la Seguridad Nacional.
Cuando hablo de la “humanidad” de las Amas me refiero a que nosotras también tenemos malos días, a que también necesitamos apoyo de vez en cuando, a que comemos de más o de menos, a que nos pasan los años, a que no siempre estamos de humor para el BDSM y eso no significa que seamos menos Dominantes, a que podemos temblar si es la primera vez que cogemos una fusta y nos preocupa usarla inadecuada y perjudicialmente, porque no nacemos enseñadas.
Al final, lo que me parece entrever en este detallado análisis es el eterno sueño del sumiso: esa Mujer, de poder indiscutible y prevalente, de modos austeros y exigentes, sin más necesidad emocional que sentir su placer y su poder, que carga con toda la responsabilidad de llevar adelante la relación BDSM, una relación que no tiene tinte de humanidad salvo en cuanto a derechos de los sumisos se refiere, ya que las Amas no parece que tengamos familia, ni trabajos, ni obligaciones, más que la de estar ahí preparando el planning del desarrollo psico-bedesemero del sumiso y que todo esté preparado para la próxima sesión o encuentro.
Sigo esperando un análisis realista que supere la fase onírica de la sumisión.
Mi comentario
Era demasiado bonito para ser verdad, un escenario en el que no tuviéramos que representar más papel que el de ser nosotras mismas. De nuevo chocamos entre las visiones femenina y masculina de la cuestión, y haciendo gala de esa autoridad que supuestamente poseemos, somos cada vez más numerosas las Amas que nos oponemos a esa versión plastificada de lo que somos, una versión que no se basa en nuestra realidad sino en su ficción, en lo que deberíamos ser.
Mi reflexión sigue el camino del sentido común: si realmente queremos que el BDSM prospere más allá de ser una pura fantasía erótica y se convierta en una forma aceptable de sexualidad, debemos anclarnos en las personas, no en los clichés.
Aceptemos que hay ciertas prácticas que, aunque puedan resultar peligrosas o incluso perjudiciales en algunos casos, nos proporcionan una gran satisfacción, no solo sexual, sino también emocional. Reconozcamos también que hay otras practicas que no nos dicen nada en absoluto o que incluso nos desagradan, y que no estamos dispuestas a practicar solo porque eso es lo que se espera de nosotras.
No cedamos a la presión de ser quienes llevemos la carga de la relación, porque como toda relación que funcione, ambos deben poner de su parte para continuarla. Eso no significa que en esta relación no exista la clásica distribución de poder, pero la responsabilidad no es de uno solo, sino de dos.
No olvidemos tampoco que lo que nosotras denominamos "placer" tiene tantos matices como colores tienen las paletas de los diseñadores de moda (que incluyen tonos como el pistacho, el sandía, el turquesa, el yema de huevo, el marfil, el perla, etc... es decir, más de los siete colores del arco iris que algunos manejan). Vayamos más allá de la genitalidad evidente y del ejercicio subyugante del poder... hay muchos otros placeres que como mujeres disfrutamos, y que no parecen reflejarse en esos modelos plastificados que ni sienten ni padecen.
Modelos plastificados que embutidos en sus trajes de cuero y látex carecen de arrugas, celulitis, granos, verrugas y defectos. Ni un gramo de más, ni un gramo de menos.
Me doy cuenta que, de nuevo, se precisa una revolución femenina (que no ginarquista ni feminazi), para que el BDSM no esté manejado por una visión machista (que no masculina), en la que la MUJER, sigue siendo un objeto erótico a la imagen y semejanza de las fantasías masculinas, eso sí, esta vez al menos adornada con una pátina de divinidad que debería colmarnos de satisfacción.