Como saben los pobladores de estos mundillos, el Bdsm (o lo que no queda de él, según mi Ama :) ) se basa en tres reglas de oro: Sano, Seguro y Consensuado. Me voy a quedar sólo con el último.
Por consentimiento podemos entender cosas diferentes. Aunque hay algo mínimo, la noción de consenso es fumógena, resbaladiza, vaga. Aquí voy a tratar de dar una noción rica. Pues bien, por consentimiento entiendo la aquiescencia a un conjunto de acciones u omisiones. Es decir, cuando aceptamos o consentimos algo, pasamos a considerar un conjunto de nuestras acciones u omisiones como obligatorias, esto es, pensamos que debemos realizarlas porque son correctas, y no ya porque obtengamos un beneficio inmediato (vamos, que lo hagamos por puro, mero, e inmediato interés egoista) . Por supuesto, para que el consentimiento sea válido (sea consentimiento y no una pantomima), el sujeto que consiente tiene que haber aceptado con base en una representación veraz de la realidad tanto actual como futura, no produciéndose ni error sustancial por su parte, ni intimidación o engaño por la otra parte o partes.
Pues bien, esto del consentimiento se aplica mal al mundo del Bdsm, tanto por exceso como por defecto. Aquí sólo quiero hablar de que el consenso no es la panacea de todo, y – del mismomodo que no todas las opiniones son iguales – por el hecho de venir de una persona no lo convierte en legítimo. El consenso no es la panacea de todo. Quien crea que sí, que se lo vuelva a preguntar, por varias razones. Y es que el consenso es poquita cosa y tiene algunos límites:
i)
Límite personal:
no consideramos el consenso de ciertas personas como válidas. Desde luego no lo es el de las personas menores de edad. Pero éste no es el único caso. ¿Puede prestar consentimiento alguien que se encuentra pasando por una crisis personal? ¿Aceptamos el consentimiento para una sesión de sado-masoquismo de una embarazada? ¿Es válido el consentimiento para sesiones de humillación de alguien que tiene problemas de autoestima o de depresión?
ii) Límite respecto a daños irreparables: en Alemania hace no mucho hubo un par de casos de caníbales que buscaban gente que almorzarse. Lo simpático es que estas personas fueron contactadas por varios voluntarios, de los cuales uno se presentó, y fue finalmente asesinado, troceado, cocinado y plato principal de un almuerzo. Supongo que no mucha gente cree que está todo bien en la práctica del canibalismo voluntario, ¿o no? Bueno, pues si no aceptamos el canibalismo voluntario, entonces el consenso no es el ungüento mágico que todo lo hace legítimo. ¿Comernos sólo una parte, un órgano no vital? ¿Castración?
iii) Límite de la autoridad: una autoridad es quien pretende, y consigue, que sus órdenes sean cumplidas por el mero hecho de provenir de él mismo. Sin embargo, una autoridad está justificada moralmente sólo cuando produce un beneficio en el medio o largo plazo a la otra persona. Desde luego, la autoridad puede mandar cosas que perjudiquen en plazo corto de tiempo al destinatario de las órdenes, pero en el medio y largo plazo el destinatario de las órdenes tiene que mejorar su posición respecto del principio de la relación. ¿Sumiso-financiero, servilismo, deshumanización?
iv) Límite temporal/espacial: en ocasiones prestamos nuestro consentimiento para ciertas prácticas que requieren de una fuerte implicación mental. Pero no siempre tenemos la predisposición mental para gestionar, gozar, o sencillamente tolerar tales prácticas: piensen por ejemplo en un dolor de cabeza, un mal día de trabajo, una situación de estrés familiar... y una dura sesión de spanking. Si aceptó que el spanking está entre las prácticas permitidas, ¿el buen sumiso tiene que tolerarlas y aceptarlas en todo momento? Si la respuestas es afirmativa, llama al teléfono de la esperanza: 902500002.
v) Límite de la autonomía: pensamos autónomamente cuando nuestro propio juicio acerca de todo tipo de cuestiones no se ve fuertemente influenciado por las opiniones de otros o por factores ambientales. Pero también sentimos autónomamente en la medida de que nos alegramos o entristecemos por algo independientemente de los sentimientos que le produzca a otra personas. No se puede renunciar a la propia autonomía de un momento a otro, pero sí se puede aceptar ser introducido en un proceso que tenga como resultado final la pérdida de autonomía. Es posible hacerlo, pero está bastante mal hacerlo: la situación es similar a aquella de las parejas en las que uno anula la voluntad del otro, convirtiéndolo en algo menos que un ser humano. Eso sí, a menos que alguien crea que las reglas morales no valen en el mundo del Bdsm y aquí el maltrato y el esclavismo estén justificados.
vi) Límite de los trastornos temporales de percepción: cuando se está en un momento de gran excitación, o bajo el efecto de drogas o alcohol, sencillamente no se puede prestar consentimiento a nada. Para consentir hay que ser capaz de hacer un balance ponderado de pros y contras de lo que se está aceptando, basada en una percepción no distorsionada de la realidad. Supongo que si no hubiera visto a una “sumisa” que casi se cae al suelo de lo drogada que iba no sería necesario decir esto...
vii) Límite de la voluntad y bienestar de terceros: nuestras acciones tienen obviamente efectos sobre el entorno que nos rodea, sobre las personas con las que convivimos. Un consentimiento que hayamos dado libremente puede, no obstante, perjudicar seriamente a terceros. Imagínense un sumiso con hijos: el consentimiento prestado a dejar de atenderlos solicitado por una parte dominante es sencillamente inaceptable. Pero, en un caso menos extremo las cosas se ponen más complicadas: ¿qué sucede si lo que se pacta es que la parte sumisa no tendrá relaciones sexuales con la que es su pareja vainilla?, ¿y dejar de dirigirle la palabra?
viii) Límite del error inevitable: todos somos mayorcitos (¿seguro, y los muy jóvenes que empiezan cada vez antes en esto?), y sabemos dónde nos metemos. Ahora bien, el Bdsm es un mundo lleno de sombras en las que realidad, ficción y fantasía se mezclan más de lo que parecen. ¿En qué sentido un principiante puede comprometerse a ciertas cosas si, no es que no se haya informado, sino que no ha vivido ni experimentado prácticas y/o sentimientos que ni siquiera puede imaginar? ¿Puedo consentir que se me azote hasta sangrar si lo máximo que he hecho han sido cuatro azotitos? ¿Puedo consentir un internado de tres días cuando lo máximo que he estado ha sido media hora en una jaula?
Recuerden, lo personal es también político.
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machi{AMALY}, mi enhorabuena, es un análisis de los limites que impone la realidad muy inteligente, bien organizado y argumentado.
ResponderEliminarDe verdad que me ha gustado mucho, quiero ineriorizarlo bien, no sea que este predicando yo tanto por el sentido común, y un día de estos meta la pata, ejem (procuraré que no sea así).
Un abarazo.
elnavegante, muchísimas gracias :) De verdad yo también me pregunto si no soy yo mismo el que pierde la perspectiva y el sentido común a veces. Muchas gracias por tu amable comentario :)
ResponderEliminarAbrazos,
machi{AmAly}