Los Taikomochi, o geishas masculinas, aparecieron como tales en Japón alrededor del siglo XVII, pero su origen data del siglo XIII, cuando aun existía una jerarquía aristocrática en la política japonesa, y los señores feudales se acompañaban de asistentes pertenecientes a una determinada rama budista, especializados en bailar, entretener y aconsejar a sus Señores. Eran también conocedores de la ceremonia del té y reputados artistas.
Más tarde se produjo otro cambio político al aparecer los samurai, con la instauración de un gobierno militar, siendo una élite militar que gobernó el país hasta el siglo XVII. Durante esta época, los taikomochi fueron conocidos como otogishu, contadores de historias (como los juglares medievales), que se enfocaban en el humor y la conversación, aunque también asistían a las reuniones militares y peleaban junto a sus Señores.
Cuando llegó la paz al país, con la unificación del poder militar en manos del último Shogún (Tokugawa Ieyasu), que finalmente terminó con dicha figura político-militar, los otogishu tuvieron que cambiar sus atribuciones, y se convirtieron en cortesanos bien educados y versados en diversas artes, que entetenían a la corte y a sus visitantes. Contaban historias, muchas de ellas picantes, además de dar consejos en estrategias políticas y de negocios, naciendo la figura del Taikomochi.
A partir del siglo XVIII, con la aparición de la primera geisha femenina, el número de taikomochis fue en declive, y su papel pasó a ser el de acompañantes de las geishas en los banquetes. Algunos Taikomochi se adaptaron a la demanda y se feminizaron, actuando como sus contrapartes femeninas, aprovechando también que en el shogunato Tokugawa las mujeres fueron expulsadas del escenario y los jóvenes actores masculinos pasaron a ser los intérpretes del Kabuki (forma tradicional de teatro japonés).
Fuentes: Male Geisha - TAIKOMOCHI ARAI (inglés)
Wikipedia: Taikomochi or Hokan (inglés)
En algún lugar, en alguno de mis perfiles, he nombrado que una cualidad que me resulta muy interesante es la habilidad para entretener, y me refería a esto. Quizá no exactamente a la versión japonesa, sinó a alguien capaz de cambiar mi humor con sus palabras, con su ingenio, de hacerme sentir bien con su conversación, de entretenerme mucho más allá de lo puramente sexual, ya que existe una sexualidad intelectual que me resulta muy estimulante también, y para ello se requiere de alguien con mente despierta y culturalmente versado, que satisfaga también mi curiosidad natural (y mi falta de memoria). Si además esa persona es cabal, con un criterio y un sentido común manifiestos, tenerle a mi lado como apoyo, como leal consejero, es cumplir con mi sueño de vivir otras épocas, en las que la nobleza se rodeaba de personas preparadas, eficientes, inteligentes, que tenían su confianza y formaban parte de su círculo íntimo.
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Las personas que además de tener conocimientos saben comunicar, dialogar, no solo porque tienen discurso sino, también muy importante, porque saben escuchar, son una bendición para los que lo rodean. Y lo cierto es que no hay mucha gente con ese don.
ResponderEliminarY también es verdad que lo puramente sexual en el arte de la seducción es solo la punta del iceberg.
Le alabo el gusto Ama Alyna.
Un coordial saludo :-).
Estoy contigo chatman, saber escuchar es tan importante como saber comunicar, que no consiste en abrir la boca y parlotear, sinó en transmitir ideas, sensaciones, pensamientos, emociones y un largo etcétera.
EliminarMercí, chatman ^^