Quien tiene que saberlo, sabe perfectamente qué causa este post... Para los demás queda el post... espero que no les disguste demasiado...
Desde que hemos comenzado nuestra relación, mi relación con mi Ama Alyna, tengo una pequeña inquietud. Bueno, muchas, pero hoy les quiero hablar de una. Y es que, como dijo una persona que me cayó re-simpática (Erun), desde que he comenzado a vivir esta preciosa relación D/s, me siento más libre. Lo que, a poco que se piensa, resulta algo paradójico. Quien haya leído ya algo en este blog sobre nuestra relación creo que caerá en la cuenta inmediatamente: aunque mis razones cuentan para mi Ama, es ella quien decide en última instancia sobre muchos ámbitos comunes pero también míos. Es decir, renuncio a dictarme yo mis propias reglas, aceptando las Suyas para dirigir mi vida. No sólo: acepto algunas restricciones acerca de lo que puedo y no puedo hacer, que limitan mi conducta.
Vamos, que a simple vista soy menos libre que hace 6 meses. Pero, claro, en un cierto sentido sigo sintiéndome más libre. Entonces, parece que hay que pensar mejor qué significa libertad. Normalmente “libertad” viene a significar dos cosas diferentes: libertad como autodeterminación y libertad como no impedimento. La primera (libertad positiva) consiste en ser soberano sobre uno mismo, ser capaz de dictarse – sin influencias que puedan provocar que no sea capaz de establecer mis propias preferencias – las propias normas. En este sentido, se dice libre un pueblo democrático que decide colectivamente el conjunto de normas que van a regir su vida común. La segunda (libertad negativa) es aquélla de los derechos subjetivos: digo que tengo un derecho subjetivo cuando puedo hacer algo o no hacer algo, y nadie puede forzarme o reprenderme por hacerlo.
Mi intuición es que ahora soy menos libre en ambos sentidos: no me dicto a mi mismo las reglas que voy a seguir, excepto aquella que reenvía a las reglas que me dé mi Ama (pero no es en eso en lo que consiste la libertad positiva, del mismo modo que no llamamos libre a un pueblo que elige regirse por las normas de un dictador); y ahora puedo hacer menos cosas – es decir, mi Ama me puede obligar a hacer ciertas cosas y me pide que no haga otras – de las que hacía antes. Mi espacio de libertad se ha restringido en estos dos sentidos.
Por supuesto, se puede pensar que en ambos sentidos mi libertad se ha ampliado: elijo seguir sus normas, y ahora puedo hacer cosas (como arrodillarme a Sus pies) que antes no podía hacer. Pero me parece que eso es estirar las ideas hasta hacerlas llegar donde nos interesa.
Últimamente he hecho un poco de outing... jejejeje. En ese proceso, de contar a los cuatro vientos la intensa emoción que me produce que mi Ama me ponga el collar, le comenté estas mismas ideas a un amigo. Muy leído él, me comentó que se me escapaba el concepto de libertad de Baruch Spinoza (perdón por lo friky... pero mis amigos son un poco frikys... y yo un poquito...).
Spinoza es un simpático determinista: considera que la causa última de todos los eventos es Dios, así que cuando creemos estar eligiendo algo en realidad no estamos eligiendo nada. Por decirlo así: todo está ya escrito. Entonces, ¿en qué sentido tenía un concepto de libertad Spinoza? Como autoconciencia de la propia naturaleza. Esto es, somos libres en la medida en que conseguimos darnos cuenta de que nuestras aparentes “elecciones” están dictadas por lo que en realidad somos, por nuestra naturaleza. Ser libre, por tanto, sería comportarse según la propia naturaleza.
No soy muy amigo de naturalezas ni de determinismos: creo que somos dueños, al menos parcialmente, de nuestros destinos, y que buena parte de lo que parece natural no es producto sino de condicionamientos sociales, psicológicos, etc. Creo que podemos elegir, no todo, pero sí mucho.
Pero hay algo en Spinoza que me atrae: supongo precisamente porque ahora me siento más libre. Precisamente en el sentido de Spinoza. Y es que, Señoras y Caballeros, con mi Ama Alyna puedo expresar un aspecto – mejor dicho, varios – acerca de lo que soy. En particular, junto con mi Ama he vivido experiencias, sentimientos y emociones que me han llegado a lo más hondo del corazón.
Y es que me siento de verdad menos libre cuando, como en estos días, no puedo estar a su lado, ponerme a su disposición. Porque, claro, desde luego, elijo hacerlo. Pero no hacerlo no es lo mismo que no ir al cine, no publicar un post en este blog o respetar las señales de tráfico. Esto es mucho más íntimo y afecta a quien quiero ser. Esto es, podría – como muchos hacen – renunciar a aquello que creo ser. Pero cada vez tengo más claro que así no podría ser feliz. Siendo libre siendo aquello que creemos y queremos ser.
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Creo que no se puede añadir nada a estas palabras.
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