Hay una práctica dentro del BDSM que se conoce como feminización, de la que ya he hablado en alguna otra ocasión, y sobre la que me me gustaría profundizar un poco más. En general, esta práctica consiste en vestir de mujer al sumiso, haciéndole adoptar actitudes y acciones propias del rol femenino.
Entremezclados en esta práctica, podemos encontrar personas que pueden definirse como transgéneros. Para comprender un poco este tipo de situación y sus implicaciones, es preciso empezar con algunas definiciones:
* Anatomía sexual: Identificación física de los genitales como masculinos o femeninos.
* Identidad sexual: Asignación de un sexo en función de su anatomía sexual.
* Identidad de género: identificarse con las conductas o roles sociales asociados a los sexos.
* Orientación sexual: atracción hacia individuos del propio y/o otro sexo.
Dado que el ser humano es complejo, hoy en día se empieza a aceptar que en el caso de sexo y género no podemos hablar de blanco y negro, sinó que existen numerosas tipologías, todas ellas absolutamente normales. Se considera entonces que una persona es transgénero, cuando su identidad no se adapta a las normas convencionales de lo que se entiende por femenino y masculino, encontrándose generalmente en un punto intermedio o intercambiado.
Hay que señalar que se solapan en este caso muchas otras definiciones, que pueden estar relacionadas con la identidad sexual, la identidad de género o con la orientación sexual de la persona. Por ejemplo:
* Transformistas o crossdressers: personas que cambian su aspecto, adoptando en del otro género/sexo, pero sin identificarse con él excepto en los momentos de la transformación, estando plenamente satisfechos con su identidad sexual. En estos casos se entiende que es una forma de manifestar o expresar una naturaleza psicológica femenina/masculina adicional.
* Travestis: personas que se identifican con el otro género, al que cambia en cuanto puede, buscando expresar esa faceta de su personalidad. En este caso, la identidad de género suele estar en entredicho, es decir, la persona no se identifica con los roles que se asignarían convencionalmente a su sexo.
* Transexual: persona que además de tener conflicto con su identidad de género, presenta una contradicción en su identidad sexual, o sea, no reconoce como propio el sexo asignado debido a su anatomía. Existe por tanto una disconformidad entre el sexo biológico y el sexo social o psicológico, siendo necesario para estas personas someterse a una reasignación de género, que puede ser parcial o total, pero que en todo caso implica una modificación hormonal e incluso quirúrgica.
* Intersexualidad: personas que poseen características físicas de ambos sexos en grados variables (aquí entrarían los casos de micropenes, clitoromegalia, fusión de los labios genitales, absorción de los testículos, etc). Estas personas no se sienten pertenecientes a un género concreto, lo que les produce transtornos de identidad de género y/o sexual.
¿Qué se esconde tras la feminización?
Últimamente me ha sorprendido el encontrarme cada vez más personas (hombres) que buscan la práctica de la feminización, y eso me ha llevado a plantearme qué podía estar sucediendo ¿es algo habitual? ¿tendrá que ver con esa excesiva identificación con los roles sociales que está llegando a su fin? ¿es que los hombres necesitan explorar su parte femenina? ¿o es simplemente poner de manifiesto ese fenómeno transgénero para poder aceptarlo?
He conocido personas que son totalmente diferentes cuando se comportan en uno y otro género, y se podría decir que coexisten en su interior ambas personalidades, teniendo claramente puntos de vista y opiniones diversas. Son personas psiquicamente muy ricas, que se pueden llegar a sentir desconcertadas por la gran definición de sus identidades masculina y femenina. En la feminización encuentran ese momento para expresar esa otra parte de si mismos, fuera del entorno convencional. Hace unos cuantos años se hubiera dicho de ellos que tenían un desdoblamiento de personalidad. Creo que esos conceptos los vamos dejando atrás a medida que comprendemos que la psique humana contiene a la vez el principio femenino y masculino, y que su expresión física es cada vez menos determinante.
En otros casos, la feminización ha sido una forma parcial de reconocer la transexualidad a través de una práctica aceptada en nuestro mundillo, un camino para adentrarse en la propia aceptación y/o transformación. Dentro de un mundo en el que se aceptan inclinaciones y preferencias de lo más curiosas, el hecho de poder pivotar entre ambos géneros como parte de un juego, permite dar salida a cuestiones mucho más profundas en un entorno relativamente seguro.
Por otra parte, existe en otros la necesidad de sentir, de identificarse con la feminidad como parte de su adoración hacia las Mujeres, pudiendo llegar a producirse el caso denominado "Autoginefilia", del hombre que se excita ante la idea de vestirse y sentirse mujer, y se enamora de su propia imagen femenina reflejada en el espejo.
Hay quien argumenta que lo que le gusta de esta práctica es la humillación que le supone el estar vestido de mujer, el obligarle a comportarse como tal, y esto tiene mucho que ver con una forma de terapia empleada en siglos pasados, la "disciplina de las enaguas", que promulgaba los beneficios de la feminización como vía para conseguir apaciguar y reconducir las conductas excesivamente machistas y violentas. Quizá se pueda ver como una forma de equilibrar la balanza que está escesivamente decantada hacia el polo masculino, y se puede descubrir cierta paz o incluso excitación en encontrar ese equilibrio.
En el momento en que seamos capaces de asumir que la personalidad humana contiene a la vez ambos géneros, y que su diferenciación es a menudo una cuestión social, podremos llegar a trascender los roles habituales y explorar más profundamente las características psicológicas que van asociadas a cada sexo, porque ambos al final son las dos caras de la misma moneda.
Ahora que estoy explorando más y más este tema, encuentro que la feminización es una vía de conocimiento del ser humano y al mismo tiempo un camino de evolución hacia un estado más fluído, más flexible, y por lo tanto más libre, del ser humano.
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Interesante artículo. En el fondo, y sólo es mi opinión, veo la masculinidad como una ilusión, una coraza cultural para ocultar la naturaleza femenina universal. En las prácticas feminizantes que mencionas creo que ésta emerge en los hombres, de forma poco convencional, pero muy reveladora. Puede que los hombres seamos mujeres "especiales", diferentes (yo así lo creo), pero nadie se atreve a decirlo...
ResponderEliminarDe la misma forma en que todos fuimos embriones hembra en el vientre de nuestras madres, todos hemos perdido, por culpa de la sociedad patriarcal en la que crecemos, el vínculo real con nuestra feminidad (lo que algunos llaman el "andrógino"). Y la masculinidad no es otra cosa que ese constructo artificial con el que debemos identificarnos los hombres para ser aceptados en sociedad. Bueno, sólo es una opinión, y seguramente me equivoco. Gracias por leerlo. Saludos cordiales.
Matriarcal, no creo que te equivoques tanto. En realidad creo que ambos conceptos son ilusiones, categorizaciones necesarias para un ordenamiento social conveniente. La naturaleza del ser humano es dual, especializada para el beneficio de la experiencia. Lo que determina qué se considera femenino o masculino va variando con el tiempo o lo vamos transmitiendo de generación en generación sin ni siquiera plantearnos si es cierto. Tener conciencia de la identidad individual y social implica plantearse esas etiquetas.
ResponderEliminarGracias por tu interesante aportación :), le añade nuevos matices a esta reflexión.
me ha encantado,muy completo,enhorabuena
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