Un elemento esencial en el ser humano es la imaginación, sin ella pocas cosas se podrían haber creado. Y en el mundo de la Dominación/sumisión ejerce un papel principal: sin imaginación se reduciría todo a un conjunto de prácticas que, practicadas una y otra vez, conducirían sin remedio a la rutina y al aburrimiento.
Como parte de la imaginación están las situaciones, todo aquello que nos sitúa dentro de un contexto y que permite que cada momento sea diferente. Requiere de ciertas dotes de interpretación, de ser capaz de situarse en un personaje diferente al que representamos normalmente, con convicción, con realismo, y eso enriquece a nivel de vivencia, y a nivel de relación.
Ser durante ese tiempo el protagonista de una historia, una en la que podemos haber sido secuestrados y retenidos por una mujer de personalidad preponderante, requiere no solo de aceptar la condición de indefensión que ello conlleva, sinó de ser capaces de comprender todos los matices que ello comporta, incluído el temor a no saber qué va a ser de nosotros, de si seremos liberados o si por el contrarío tenemos un fatal destino.
Por supuesto no se trata de una situación real, y está enmarcada dentro de una relación de confianza, pero vivir todas esas sensaciones con intensidad hace que cualquier desenlace posterior sea muchó más apasionado, ya que a la propia seducción de la Dominación se unen otras emociones, como el alivio de la liberación, el agradecimiento ante un desenlace placentero del que podría haber sido un desenlace fatal.
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