sábado, 26 de febrero de 2011

La caballerosidad nunca pasa de moda

Estaba curioseando, buscando una especie de manual de protocolo de caballerosidad (si es que eso existe), cuando me he encontrado este artículo, con algunas ideas interesantes:

"SER UN CABALLERO NO PASA DE MODA, NI TIENE EDAD.

La caballerosidad bien entendida está al margen del tiempo. No sólo “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”, sino en lo más esencial, el respeto por los demás, que es respeto por uno mismo y el dominio de los propios actos: un caballero nunca pierde la paciencia.
 
La caballerosidad no es cuestión de cultura, sino de educación. Hay personas muy cultas que no serán, ni han sido nunca, caballeros, porque carecen de educación. Hay personas sin una gran cultura, pero educadas, lo que les permite ser caballeros.
 
Actitudes de un caballero.
 
La caballerosidad no sólo se hace de gestos, sino de actitudes, por ejemplo, un perfecto caballero nunca pierde la paciencia. La razón es que si la perdiese, pondría en evidencia que no sabe contenerse y esto es impropio de un hombre.  
  • Un caballero nunca interrumpe a los demás cuando hablan, entre otras razones, porque supondría una falta de respeto a las ideas ajenas.
  • Un caballero siempre demuestra respeto por los mayores, porque sabe que la sabiduría radica en ellos. 
  • Un caballero nunca se alegra de los errores ajenos, porque supone que la persona que ha errado lo último que necesita es su burla.
Conductas de caballerosidad.
Hasta aquí unos principios básicos de caballerosidad, que deben acompañarse de otras conductas, siendo la más dolorosa la de esperar a comer a una mujer cuando uno se muere de hambre, la comida se enfría, y nuestra deliciosa acompañante no parece tener ninguna prisa por empezar.
 
Entre las costumbres que se están perdiendo, no sólo por culpa de los hombres, sino por las actitudes de ciertas mujeres que no quieren ser tratadas como damas (la esencia de la feminidad), destacamos: 
  • Ceder el paso o abrir antes la puerta del coche a la acompañante.
  • En los restaurantes, acercar el asiento a la señora. 
  • En un transporte público, ceder el asiento a una señora o a una persona mayor.
  • Coger la carga a la mujer. Es más que chocante ver a mujeres cargadas de bultos a la salida de los supermercados y los maridos fumando un cigarro. Una foto de esta escena debería convencer a cualquier juez para concederla el divorcio.
  • En los días de frío, el caballero siempre cede la chaqueta a la mujer.
  • Si nuestra acompañante lleva tacones, siempre se ofrece el brazo. ¿Puedo ofrecerte mi brazo?.
  • Si estamos en un acto social, siempre preguntar a la acompañante si podemos traerle algo. Siempre estar pendiente de que se sienta atendida y cómoda.  
  • Nunca fijar la mirada en una mujer en compañía de otra. 
  • Nunca hablar de otra mujer en compañía de una, ni alardear de las conquistas.
  • Cuando la mujer llega tarde a la cita y se disculpa (hipócritamente porque ninguna mujer que se precie es puntual) contestarla que “ha merecido la pena la espera”.
Y así podríamos hacer una lista interminable.

Lo peor de todo es que muchos hombres renuncian a ser caballeros porque muchas mujeres les califican de anticuados, lo que es cierto, pero el que realmente es aun caballero no puede dejar de serlo a pesar de los que le digan. En un estilo de vida. La única elegida por los que anteponen el respeto y la cortesía a todo lo demás. 
 
Si las mujeres exigiesen ser tratadas con caballerosidad, se evitarían muchos de los problemas que leemos a diario."
 
 
Como bien dice el artículo, la caballerosidad es una cuestión de actitud, más que de gestos. Es también una cuestión de elegancia, de hacer las cosas de tal manera que todos los implicados salgan ganando. Y es una cualidad que admiro y aprecio en un hombre, ese saber hacer y saber estar que nace de dentro, y es que no es caballero el que quiere, sinó el que nace. Se puede aprender a ser correcto, educado, cortés, cumplir con unas ciertas directrices de comportamiento, pero como en todo, sólo lo auténtico es lo que realmente llega. Eso no quiere decir que no podamos buscar al caballero (o a la Dama) que todos llevamos dentro, y los dejemos salir para hacer que nuestras relaciones tengan ese toque de distinción.... y porqué no, de picardía.
 


lunes, 14 de febrero de 2011

El romanticismo en el BDSM

Puede resultar curioso decir que el romanticismo es un tema controvertido, pero así es en el BDSM. Por supuesto hay variadas formas de entender este mundo, y en él tienen cabida todas las variantes, y a mi me gusta en especial el BDSM Romántico, en el que se expresan los sentimientos, en el que la entrega no se realiza a un primer nivel, como sería el del cuerpo, ni siquiera a un segundo nivel, como sería el mental, sinó que se alcanza el tercer nivel, el del corazón.

Incluso en este nivel podríamos diferenciar entre el afecto que surge de la confianza, de compartir las fantasías desde la comprensión mútua, de poder ser totalmente honesto en la forma de vivir y entender la sexualidad, que en sí resulta profundamente liberador, y el que pueda surgir de un vínculo más profundo, fruto de la admiración entre ambas personas implicadas, donde el conocimiento mútuo va más allá de unas prácticas o unas fantasías y engloban a la totalidad de la persona.

Hay quien prefiere quedarse al margen de esta clase de sentimientos, ya sea porque considera que se desvirtúa la esencia del BDSM, ya sea porque en un plano meramente sexual se siente más seguro, o porque teniendo otros vínculos afectivos no le interesa ahondar más.

A mi modo de entender las relaciones, los sentimientos tienen su propia razón de ser, profundizan el vínculo, y envuelven el placer en una atmósfera de ternura que le confiere nuevas dimensiones. Cuando el corazón está implicado cualquier gesto, una mirada, se convierte en una fuente de calidez que llena por dentro, y que proporciona una sensación de continuidad después del juego, y profundiza el sentimiento de pertenencia.

Siendo esencialmente una mujer romántica, me pregunto porqué las galanterías, los detalles, el cariño, las caricias, los besos, parecen tener un papel muy secundario en el BDSM más ortodoxo. Es como si fuera sinónimo de vainillismo el permitir aflorar el sentimiento, cualquier signo de cortejo se ve como sospechoso o se difraza, pero para mi, el romanticismo va más allá de lás prácticas, y constituye un complemento para alcanzar mayor profundidad. Es el corazón y no la mente el que nos lleva más allá de los límites, y ahí donde una busca razones, el otro encuentra motivos. Y es que aunque la confianza se afiance en razonamientos y en hechos, al final quien nos lleva de la mano hacía esa dulce entrega sin reservas es el corazón.


domingo, 13 de febrero de 2011

Situaciones...

Un elemento esencial en el ser humano es la imaginación, sin ella pocas cosas se podrían haber creado. Y en el mundo de la Dominación/sumisión ejerce un papel principal: sin imaginación se reduciría todo a un conjunto de prácticas que, practicadas una y otra vez, conducirían sin remedio a la rutina y al aburrimiento.

Como parte de la imaginación están las situaciones, todo aquello que nos sitúa dentro de un contexto y que permite que cada momento sea diferente. Requiere de ciertas dotes de interpretación, de ser capaz de situarse en un personaje diferente al que representamos normalmente, con convicción, con realismo, y eso enriquece a nivel de vivencia, y a nivel de relación.

Ser durante ese tiempo el protagonista de una historia, una en la que podemos haber sido secuestrados y retenidos por una mujer de personalidad preponderante, requiere no solo de aceptar la condición de indefensión que ello conlleva, sinó de ser capaces de comprender todos los matices que ello comporta, incluído el temor a no saber qué va a ser de nosotros, de si seremos liberados o si por el contrarío tenemos un fatal destino.

Por supuesto no se trata de una situación real, y está enmarcada dentro de una relación de confianza, pero vivir todas esas sensaciones con intensidad hace que cualquier desenlace posterior sea muchó más apasionado, ya que a la propia seducción de la Dominación se unen otras emociones, como el alivio de la liberación, el agradecimiento ante un desenlace placentero del que podría haber sido un desenlace fatal.


La belleza del bondage

Mucho se puede encontrar en internet sobre el origen japonés del bondage, y todos los tipos de ataduras posibles, así como suspensiones y "torturas" que se practican, así que poco puedo añadir en este aspecto, por eso mi idea es expresar lo que significa para mi el arte del bondage.

Cuando tengo la cuerda en mis manos un montón de ideas empiezan a agolparse en mi cabeza. Tengo ante mi un cuerpo desnudo o semi-desnudo, de formas definidas, que tiene su propia manera de expresarse: la colocación de los brazos, la posición de la espalda, la forma de sus piernas... cada cuerpo cuenta su propia historia de la vida que lleva, de la que ha tenido.

Hay dos formas para mi de entender el bondage. Como forma de embellecer el cuerpo, los nudos y los recorridos de las cuerdas resaltan las formas, marcan más aún los músculos de brazos y pecho, y constituyen en si mismas una vestidura ajustada, entallada y armónica. Pero hay otra forma de entender el bondage, y es como moldeador de la personalidad. Cuando un cuerpo que está acostumbrado a ciertas formas de expresarse es moldeado con las cuerdas para expresarse de otra forma, esto ejerce una influencia en la personalidad.

Ya no es solamente la inmovilización en si, el hecho de estar a merced de la otra persona, sinó que ciertas posturas despiertan memorias ancestrales, de tiempos de esclavitud, de tiempos de guerra, sensaciones de desamparo entremezcladas con la confianza necesaria para dejarse atar. No me extraña que haya personas que al ser atadas tengan crisis de ansiedad, hay un miedo atávico relacionado con esa sensación, pero para aquellos que superan esa fase, surge una nueva de dulce abandono, de cerrar los ojos y dejar aflorar las sensaciones que las ataduras despiertan, las emociones que las posturas evocan, y es en ese momento en el que el bondage se acerca a su expresión máxima.

Es el arte de despertar los rincones prohibidos....

Los diseños de las cuerdas trazan nuevos surcos en el vínculo entre ambos, cada gesto de entrega se complementa con la delicadeza y el cuidado hacia ese cuerpo subyugado. La belleza propia del cuerpo, porque todos los cuerpos tienen su propia belleza, se une entonces a la belleza de una actitud humilde y cautivada.

Es la seducción de la rendición....

Y en ese momento de reverencia, de última pleitesía es cuando se despierta en mi una infinita ternura hacia ese ser humano, vulnerable y expuesto, al mismo tiempo magnífico y dócil, una muestra de la ductilidad y la riqueza de la naturaleza humana.


The Magic Queendom (3): La entrevista (2ª parte)

De camino hacia la zona de suites privadas intento ver las instalaciones desde el punto de vista de un visitante que no ha tenido esta idea en mente durante años, y la decoración estilo mansión victoriana ayuda al cambio de chip necesario para una inmersión de este tipo. Se diría que mirando por la ventana podríamos ver la típica escena de campiña inglesa, y por eso resulta más chocante ver una reproducción de los jardines de Versalles. Reconozco que todo el conjunto resulta pintoresco por la mezcla de estilos y épocas, pero creo que eso le da ese toque inusual que estimula la fantasía.

Mis acompañantes me siguen en silencio, tomando nota mental de todo lo que van viendo, ya que les he prohibido tomar fotografías fuera del despacho. De vez en cuando algún murmullo entre ellos, breve, como si temieran contrariarme, como los niños durante una clase, y sonrío complacida, es la actitud de rebeldía inocente ante la autoridad.

Y llegamos a la zona designada de alta exclusividad, un recibidor central con pasillos radiales dotados de ascensores privados desde el aparcamiento. Busco la suite 101, recien terminada, ambientada en la arabia de las mil y una noches, y al abrir la puerta escucho tras de mi sendas exclamaciones de sorpresa y admiración. La habitación reproduce los arcos de las construcciones orientales, con tapices y sedas en las paredes y en dosel de la cama, con una preciosa alfombra de perfecta imitación a piel de leopardo, multitud de almohadones de colores cálidos y una iluminación indirecta de candelabros y antorchas. Me aparto para dejarles entrar y curiosear, y espero que no les pase desapercibidos algunos elementos de la habitación, como una cruz de San Andrés de madera de tejo, con argollas de hierro forjado, o el sillón reclinado de cordelería diseñado para que la persona pueda estar tumbada en diferentes posiciones.

- Este sería un ejemplo de Suite, que como podeis ver tiene su baño privado totalmente equipado... - abro la puerta y se diría que hemos llegado a un oasis, siendo la antesala un paso entre palmeras auténticas y suelo imitación arena. Lineas sinuosas, sanitarios de mármol, y ella agarrándose con fuerza al brazo de él, que le palmea la mano, los dos con los ojos abiertos de par en par. Me conmueve que se olviden de que están conmigo y tengan estas muestras de intimidad entre ellos. Guardo silencio mientras ella roza con los dedos la superficie pulida y suave de la bañera, y la plataforma caliente adyacente para los masajes. Cada detalle está pensado para transportar a otra época, para crear una situación en la que sea natural que uno de los dos atienda solícitamente al otro. Un suave aroma de canela impregna el ambiente y de fondo un hilo musical muy discreto, que invita a bailar la danza del vientre en cualquier momento. Ella se gira con una sonrisa radiante, la cámara colgando displicente a un costado, con toda su atención puesta en el lugar y el momento. Él le tiende la mano para subir los escalones a la plataforma de masaje, y ella se sienta, tanteando la temperatura agradablemente cálida de la piedra. Me quedo en la antesala, observándoles desde allí dejando únicamente las luces de los candelabros, permaneciendo en la penumbra, y poco a poco va aflorando la naturaleza de la relación entre ambos.

La sonrisa de ella es casi infantil, caprichosa, y la de él es de admiración. Ella señala los frascos de diseños voluptuosos con aceites esenciales y sales de baño y él le acerca una de las botellas, con reverencia, que ella olisquea con curiosidad. Él la observa, y puedo adivinar cómo la está viendo, con el reflejo de la luz en su pelo cobrizo y el brillo travieso en sus ojos. Me resisto a romper el encanto de la escena, pero no dispongo de demasiado tiempo.

- Si me acompañais os mostraré el resto de la suite, que tiene su propio saloncito también... - En ese momento se dan cuenta de que no han estado solos en ningún momento y ella se ruboriza, bajando de un salto de la plataforma.

La melodía de mi móvil interrumpe por un momento la visita, es Niní, mi ayudante, una impresionante belleza de sumisa de metro ochenta, imprescindible para que yo pueda llevar adelante este proyecto. Ella se ocupa de los pequeños detalles, de controlar que todo se desarrolle dentro de lo previsto, y de avisarme cuando eso no es así.

- Dime, preciosa... sí... ya veo... no te preocupes, voy para allá.- Al colgar, veo que ellos siguen curioseando por la suite y se me ocurre que no habría nada de malo en dejarlos a solas, que les inspirara el estar aquí como parte de su artículo. Por la forma en que se miran creo adivinar que todo esto no les es ajeno.

- ¿Qué os parece si seguís vosotros la visita? Tengo un asunto urgente que atender, pero podeis quedaros y haceros una idea de lo que sería estar aquí alojados... una especie de trabajo de campo, lo llamais así ¿no? - La idea parece agradarles, y la suite está totalmente equipada, incluído el mini bar. - Eso sí, si no os importa, la cámara de fotos y los móviles se quedarán resguardados en mi despacho... - Tiendo la mano para que, sobretodo ella, me cedan la custodia de cualquier artilugio con el que pudieran hacer fotografías. Ella se resiste, no esperaba menos, pero él la convence con su carita de súplica, y al final consigo salir de allí convencida de que esta visita al Magic Queendom será algo inolvidable para los dos.